Partiendo de la experiencia desarrollada en el Proceso de Reforma y Modernización de las Administraciones Locales de nuestro país hace ya unos años, se planteó un proceso de reforma municipal acorde a las necesidades actuales de un Estado moderno y orientado a satisfacer sus ciudadanos.
Parte del informe que se evacuó respecto a esas intenciones manifestó de manera categórica que “había que definir con claridad conceptual respecto a lo que es necesario reformar o modernizar. La gestión municipal y sus administraciones continúan inmersas en multitud de problemáticas y con un importante descrédito ante la opinión pública. Se debe procurar la mejora sustancial de la entrega de servicios ofrecidos a la ciudadanía ligando la profesionalización de los recursos humanos con estas acciones”.
Aún persiste la situación de inequidad territorial del país, esto, no solo provocada únicamente por la inacción o incapacidad de los gobiernos locales, sino que se pone en cuestionamiento la capacidad del Estado dominicano en su conjunto de la inversión pública para poder satisfacer las necesidades de la ciudadanía en el todo el territorio nacional.
Como medida para lograr que los gobiernos locales se involucraran de manera decidida en la ola de transformaciones que se exigían, se decidió crear un sistema de monitoreo de la gestión pública municipal. El Gobierno central ya tenía andando el Sistema de Monitoreo de la Administración Pública (SISMAP), por lo cual se intuyó que era más práctico crear un conjunto de reglas para evaluar a los ayuntamientos. Esta guía de evaluación se distingue fundamentalmente de la del Gobierno central en el cumplimiento de los servicios básicos que deben prestar los ayuntamientos. Ahí nació el Sismap-Municipal.
Obviamente que para que esto fuera atractivo a los ojos de los alcaldes y alcaldesas se creó un sistema de incentivos por cumplimientos de metas. Desde dinero en efectivo para la construcción de obras municipales, equipamiento de camiones y herramientas, hasta reconocimientos nacionales para aquellos primeros lugares. La competencia era sana pero voraz, todos los ejecutivos municipales querían verse encabezando la lista.
Tal como es hoy aún, la avaluación se basa en dos grupos: la gestión interna y los servicios prestados. Desde una correcta ejecución presupuestaria, pasando por los informes exigidos por los órganos de controles del Estado entregados de manera oportuna, hasta un plan e implementación de rutas y frecuencias para la recolección de los residuos sólidos, son algunos de los indicadores evaluados.
Para hacer más fácil la interpretación de la gente común, las evidencias se reflejan en un semáforo: el verde cumple, el amarillo medianamente cumple y el rojo no cumple.
Hoy asistimos al colapso del Sismap-Municipal pues a penas un puñado, once para ser exactos, tienen sus promedios en verde. Esto lo atribuimos a que los incentivos no existen, pues para usted recibir una donación o aporte del Gobierno central, pesa más la simpatía política que las buenas prácticas. ¿para qué cumplir si como quiera me dan recursos por otras razones?
La falta de seguimiento por el órgano rector también es un motivo determinante de la caída.
Otro dato importante que quiero compartir antes de terminar estas líneas es que, si vamos al renglón de los servicios, que son los más fundamentales para la evaluación correcta de un ayuntamiento por su naturaleza, más de 120, de los 158 existentes, están en rojo.
Urge retomar el Sismap-Municipal, una herramienta efectiva, moderna y acorde a la necesidad imperiosa de seguir transformando los gobiernos locales.