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Claves para que perros y gatos convivan en armonía

El estrés felino suele pasar desapercibido, pero es un indicador clave

En una nueva edición de Data Animal, conducida por Melina Brizuela, la especialista en comportamiento felino y autora del libro Comportamiento felino, Nai Osepyan, derribó varios mitos sobre la convivencia entre perros y gatos. La experta aseguró que lograr una integración armoniosa entre ambas especies no es imposible, pero sí requiere paciencia, dedicación y comprensión, ya que “cada animal es un mundo distinto”.

Osepyan explicó que el éxito de la convivencia depende no solo del temperamento de los animales, sino también del entorno familiar y del compromiso de los humanos a cargo. En ese sentido, advirtió que uno de los errores más frecuentes es suponer que perros y gatos comparten las mismas necesidades y formas de comunicación, cuando en realidad cada especie se expresa y relaciona de manera muy diferente.

La gente cree que son lo mismo, pero no. Tienen lenguajes distintos, se manejan distinto y necesitan cosas diferentes”, señaló.

Durante la charla, la especialista desmintió los principales mitos sobre la convivencia y ofreció estrategias para familias multiespecie. Subrayó que incorporar una nueva especie al hogar no es algo automático: “No es soplar y hacer botellas”.

Diferencias fundamentales entre perros y gatos

Osepyan desaconsejó la práctica de “dejarlos juntos para que se acostumbren”, una creencia extendida pero errónea. “Pensar que, porque ambos son animales domésticos, se comportarán igual está muy lejos de la realidad”, dijo.

Comparó la convivencia con la relación entre hermanos: la armonía depende de la intervención de los adultos. “Va a depender mucho de la personalidad del gato y del perro”, aclaró.

Entre los factores clave mencionó la ansiedad y el nivel de actividad del perro. Una presentación inadecuada puede empeorar la situación:

No es lo mismo presentar el gato cuando el perro acaba de volver de una larga caminata que hacerlo cuando recién se despierta”.

También alertó sobre minimizar los conflictos: “El gato que parece ‘pegarle’ al perro está estresado, no jugando. Cuando eso ocurre, pueden aparecer problemas como dejar de usar la bandeja porque el perro la invade”.

Para Osepyan, la responsabilidad recae en los humanos: “No es culpa de los animales. El trabajo de integración es nuestro”.

Cómo detectar señales de estrés en los gatos

El estrés felino suele pasar desapercibido, pero es un indicador clave para prevenir problemas de convivencia. “El gato no negocia sus necesidades básicas. Cuando se siente amenazado, intenta aislarse o busca otro territorio”, explicó.

Entre las señales de alerta mencionó: Hacer pis fuera de la bandeja cuando no puede acceder a ella, comer con ansiedad o vomitar por estrés, buscar zonas elevadas para evitar al perro, lamidos excesivos que provocan pérdida de pelo.

Son formas de intentar calmarse cuando no puede escapar de la fuente de estrés”, señaló. Por eso, recomendó observar los pequeños cambios en su rutina y comportamiento, como pérdida de interés por sus lugares habituales o evitar el sol.

Estrategias para una convivencia saludable

El proceso de integración requiere tiempo, observación y compromiso. Osepyan destacó la importancia de ofrecer al gato un espacio propio y seguro:

No se trata de educarlo, sino de respetar su espacio”.

El refuerzo positivo puede ser útil, pero con moderación. “El gato responde solo cuando tiene hambre, mientras que el perro siempre está dispuesto. Por eso trabajamos más con el perro”, explicó.

Recomendó evitar forzar el contacto y, en cambio, optar por una exposición gradual con estímulos positivos controlados.

No agarren al gato para ponérselo al perro. Pobrecito gato”, enfatizó.

Además, pidió no dejar nunca solos al perro y al gato durante las primeras interacciones: “Un accidente puede pasar en segundos, sin intención de ninguno”.

Mitos sobre jerarquías y roles

Osepyan desmintió la idea de que uno de los dos “mande” en la casa. “Son especies distintas y naturalmente no convivirían juntas. Si me preguntás, el que manda suele ser el gato, porque acomoda al perro”, bromeó.

Aclaró que la convivencia no se basa en jerarquías sino en tolerancia y equilibrio. Entender el comportamiento social de cada especie permite evitar conflictos y fomentar una relación armónica.

Tips para una interacción positiva

Según la especialista, la decisión de un gato de interactuar con un perro depende de su personalidad: “Un gato sociable y curioso puede buscar al perro para jugar, aunque interpreten el juego de manera distinta”.

Recomendó crear espacios de observación controlada, donde ambos puedan verse sin sentirse invadidos. La tolerancia se nota cuando el gato permanece tranquilo, no busca altura ni camina agazapado.

Soplar no es agresión, es advertencia”, explicó.

En algunos casos, será necesario modificar el hogar, colocar barreras o resignar ciertas comodidades humanas. “A veces hay que crear un espacio exclusivo para el gato, aunque no nos guste”, admitió.

Cerró con una advertencia realista:

No hay fórmulas mágicas ni promesas de éxito inmediato. Quizás nunca jueguen juntos, pero sí pueden convivir en paz”.

Tres pasos antes de acudir a un especialista

Antes de buscar ayuda profesional, Osepyan aconsejó: Trabajar primero con el perro, más predispuesto al aprendizaje, ofrecer un lugar seguro y exclusivo para el gato, ya sea en altura o en una zona tranquila. supervisar toas las interacciones, incluso las aparentemente inofensivas.

Nuestra tarea es mediar entre dos especies que hablan idiomas distintos”, concluyó Osepyan, recordando que la convivencia armónica depende de la responsabilidad humana.

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