En la mayoría de los países del mundo, los segmentos poblacionales que integran la denominada clase media son los que dinamizan las economías y contribuyen a la motorización de los planes de desarrollo diseñados por las autoridades gobernantes.
El accionar de la clase media transciende, incluso, lo económico, pasando a lo político, dada su capacidad de hacer opinión pública e influenciar en las masas.
Y ante la volatilidad del poder hoy día, inciden en ciertos actores que pueden crear las condiciones para el desplazamiento de un gobierno determinado.
En esencia, se trata de la cotidianidad propia de un mundo globalizado y competitivo.
La existencia de una clase media amplia resulta un indicativo positivo, porque implica, casi siempre, la evidencia de que se ha producido una reducción de la pobreza.
En el caso de la República Dominicana, los años consecutivos de crecimiento económico, sobre todo a partir del año 2005, han posibilitado una ampliación de la clase media.
Sin embargo, en la actualidad ésta se encuentra en apuros y sin perspectivas claras sobre qué sucederá en los próximos años. El factor fundamental ha sido el impacto negativo en la economía, derivado de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19.
Las alzas en los precios de los productos de primera necesidad, de los materiales de construcción y los pasajes, sumado ahora a los combustibles y estacionamientos en los aeropuertos, le han puesto la «piña agria» a la clase media dominicana.
Durante el fin de semana, los precios de los combustibles en República Dominicana subieron entre cuatro y siete pesos, exceptuando el Gas Licuado de Petróleo y el Gas Natural. Paralelamente, también fueron anunciados incrementos en las tarifas del área de estacionamiento de vehículos en terminales aeroportuarias.
Además, se espera que para el primer semestre del año el Poder Ejecutivo someta a consideración del Congreso Nacional el paquete de reforma fiscal, que también significará una carga económica importante. Esta ha sido la tradición en las reformas fiscales aprobadas en el país.
En el año 2018 el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo dio a conocer un estudio realizado por el Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el que se estableció que en el período 2000-2015, los dominicanos lograron mejorar su condición social y económica. Precisa que el número de pobres se redujo en 787,124 personas y la clase media aumentó en 915,879 personas.
Según este informe, la clase media en República Dominicana superó la cantidad de pobres registrados como consecuencia de la crisis financiera de 2003. Indica que cayó a 25.9%, un nivel inferior al que el país tenía antes de la crisis bancaria, que era de 28.2%.
De manera particular destaca: “La razón es que la franja de clase media es más amplia que la de pobres. La clase media en 2017 alcanzó un 30%, después de aumentar 7.4 puntos porcentuales en relación con el 2012, y esto no hizo más que restablecer los niveles previos a la crisis bancaria”.
Actualmente, el panorama luce distinto. La clase media dominicana parece atrapada en su propio laberinto; contribuyó a un cambio de gobierno que sugiere, independientemente de los efectos del Covid-19, una involución, como si pretendiera negar la dialéctica misma de la vida.
Exhibir esperanza es lo único que queda al pueblo dominicano. Al fin, dicen que los milagros existen; ya ocurrió en la Boda de Canaán.