Nada más significativo que escuchar la voz del papa Francisco en el contexto de la conmemoración del Día Mundial del Agua, y en la medida que lo hace toma partido y exhorta a los gobiernos del mundo a implementar medidas para garantizar que todas las familias, incluidas las pobres, tengan acceso al agua potable en el mundo.
El agua potable, tal como la define el papa Francisco, es “una maravilla de Dios totalmente irremplazable”. En tal sentido lamenta que hay “demasiada gente que tiene acceso apenas a un poquito de agua y ésta posiblemente está contaminada”.
Otro punto muy sensible es que todos los seres humanos debemos valorar el agua en su verdadera esencia natural, ya que es una fuente de vida y salud. El agua nunca debe considerarse dentro del mercado como un producto comercial.
El agua potable que viene de la montaña provee a los hogares del Gran Santo Domingo y de todas las ciudades del país.
Se trata no solo de agua que llega en óptimas condiciones para el consumo humano, sino de un líquido sano para el uso de diversas actividades de primer orden para el mejor funcionamiento de negocios, embotelladoras, restaurantes y empresas que demandan a diario su uso.
Todos los países de Latinoamérica tienen un déficit en la cobertura del suministro de agua potable.
Afortunadamente República Dominicana es uno de los países de la región del Caribe con mayor potencial hídrico. Esta realidad no debe llevarnos a una situación acomodada. Constituye un deber de todos velar cada día por más y mejores políticas de protección ambiental de ríos e importantes fuentes acuíferas.
Nuestra condición geográfica, que nos vincula a un país vecino pobre y con recursos naturales muy menguados, debe llevarnos a la reflexión y el cuidado extremo en el consumo del agua potable que se emplea en actividades de índole humana, y sobre todo, utilizar de manera racional la cuota, también muy importante, que se emplea para fines agrícolas.