Civismo
La crianza silvestre en familias carenciadas (no sólo dinerariamente) difícilmente propende al civismo, el comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública.
El único remedio conocido para esta epidemia de falta de civismo es la legalidad sin contemplaciones. Lo que llamo macana legal subsana tardíamente la falta de educación y buenas formas.
Este corrosivo mal social ya alcanza a oficios que enorgullecían a empleadores y clientes, como el personal para atención al cliente. Creo que fue Hostos quien resaltó la diferencia entre la instrucción, impartida en un aula, y la educación, aprendida en el hogar con prédicas y ejemplos.
Sin educación no hay civismo ni cortesía posibles. Esa carencia, sumada a la impunemente deficiente labor de los maestros de la ADP en escuelas públicas, afecta toda la vida en comunidad de los dominicanos, especialmente en las vías públicas.
La raíz del caos vial es la ilegalidad impune y flagrante que imponen los falsos sindicatos de transportistas. Irrespetan semáforos y agentes de tránsito, se apropian de espacios públicos, andan en chatarras móviles, corrompen autoridades, reciben subsidios ilegítimos e incumplen obligaciones fiscales.
En resumen: absoluta barbarie y pésima educación, sólo corregible con implacable macana legal. Sin instrucción y educación no hay civismo posible; ni corrección tardía sin las consecuencias de violar la ley.
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