Sí, este país hace tiempo es un circo desde cualquier ángulo que usted desee observar. Las cosas que pasan cada día son para llevarse las manos a la cabeza, pero no de sorpresa, sino de la capacidad de cinismo que tienen los actores de este show en sus peripecias. Hacen sus acrobacias dentro de un sistema estructuralmente corrupto y servil que les permite brincar y saltar sin problema. No hay solución.
Vemos como la tragicomedia titulada “Odebrecht” sirve a los sensatos de este país para llorar de impotencia y a los cínicos defensores, cobradores y comisionistas que usted los escucha a diario en tv y radio les sirve para reírse de este pueblo bruto y nos restrieguen a diario sin desparpajo la mediocre defensa del capitán de un barco y su tripulación que se revuelcan en un estiércol difícil de “borrón y cuenta nueva” para esta sociedad con las consabidas frases clichés de ese eterno sancocho de “vacas sagradas” que no termina de llegar a la mesa judicial.
Observamos con envidia, con real envidia cómo en otros países vecinos de este complejo continente, apresan a senadores, diputados, ministros y señalan con ese dedo acusador fascinante a presidentes y ex presidentes sobornados todos por esa maquinaria que engrasó de millones de dólares las cuentas bancarias y las vidas de muchos “honorables” y sus respectivas campañas políticas. Sin olvidar, por supuesto, que el narcotráfico también continúa engrasando a mucha gente en este país.
Odebrecht, es una gran historia de corrupción, sobornos y sobrevaluaciones de obras de infraestructuras compartida con otros capítulos pendientes de “justicia” que añaden emoción al circo dominicano: Tucano, Punta Catalina, Oisoe, Félix Bautista, etc.
Como si este circo no fuese suficiente, recientemente nos entretuvimos con Yolanda Martínez, otrora leal defensora del gobierno, de esas que hablan con la pandereta del PLD en la mano, hoy funcionaria dirigiendo la opaca comisión Pro Competencia.
Martínez echó un aderezo al panorama y otorgó RD$2 millones a una empresa relacionada con su pareja para un cambio de “imagen” corporativo.
El asunto, una investigación difundida por la periodista Nuria Piera, le salió por la culata a esta funcionaria pública. Luego acudió rauda y veloz a ser “cuestionada” por sus amigos legisladores sobre su accionar. Todos reían. Ella, continúa en su puesto. El descaro en muchos “patriotas” es ilimitado y sucede cada día.
En ese sentido, dentro del sistema corrupto que tenemos en las entrañas de esta sociedad, que ni usted ni yo solucionaremos salvo la voluntad de todos, ese mismo sistema dañino aniquila los mejores ideales y mantiene la defensa y protección de esa bandada de buitres hambrientos de poder.
Corruptos que han vendido y empeñado por pedazos esta isla. Unos con otros se protegen, los poderes del Estado amarrados al Ejecutivo despejan cualquier duda y muchas veces cuentan con el amparo de cierto sector empresarial. La pobre justicia… esa dama silente, fantasmal y vendida.
En este macondo llamado República Dominicana, los que roban a este pueblo continúan siendo “señor” y “señora”, es la tierra de la hipocresía, doble moral y desparpajo.