Cinco cuentos de perros, breves
Entre iguales
Hijo de perra, le gritó un perro a otro perro, muy molesto porque le robó un hueso que llevaba en la boca; y el otro, de inmediato, respondió: Sí, ladra y es una perra vagabunda, que vive en la calle. Hace tiempo que no la veo, pero me enseñó todas las mañas para ganarme la vida. Amo y venero a mi madre.
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Diálogo de dos perros
Los perros no hablan. Tenemos buen olfato, ¿cierto? Ningún animal puede olfatear, salvo el lobo, mejor que nosotros. Estoy seguro que el mundo sería distinto si también habláramos, le dijo un perro a otro perro; y el otro no pudo aguantarse y se tiro al suelo, revolcándose, ladrando de la risa. Y reía y reía, sin poderse contener. ¿Cuál es el chiste, imbécil? Preguntó el perro, que por nada del mundo entendía por qué se reía en su cara el otro perro.
Familia de sangre azul
Cuando el matrimonio de Rosa Amalia Fonseca iba camino a un inminente divorcio, ella, en el último día de convivencia filiar hizo las maletas, convocó una reunión, y se despidió de manera rotunda, con valentía y elocuencia, del esposo y sus congéneres:
—En esta familia de petulantes y engreídos todos piensan que son aristócratas, nobles con sangre azul. Ah, pero están muy equivocados, porque lo único de la realeza que vive en esta casa es el perro; y porque se llama Duque. Adiós, tontos… y que sean felices.
Una batalla perdida
Un perro vagabundo se pasaba todo el día ladrando, guau que te guau, guau, guau, mientras deambulaba hambriento y sin destino cierto por las calles de la ciudad.
El otro perro, a su lado, manso y apacible, pero hastiado por los constantes ladridos sin razón, le dijo: perro que ladra no muerde. Y lo repetía de nuevo. Y otra vez. Y otra vez, como un mantra.
El perro ladrador, con la letanía provocativa, se calló; y cegado por la ira, sin mediar ladridos, le fue encima al otro perro, mordiéndolo con saña, repetidas veces en el cuello y las patas hasta dejarlo maltrecho, aullando de dolor y tirado sobre su sombra, en estado de inclemencia.
El pequeño pastor
—¡El lobo, el lobo! ¡Socorro! ¡Viene el lobo! —era Pedro, el pequeño pastor, pidiendo auxilio, y que había quedado esa mañana al cuidado de las ovejas.
Los vecinos del caserío cercano escucharon la gritería y lo dejaron a su aire, sin darle importancia, porque era reincidente. Otra mentira más, sin duda, del pequeño travieso.
Y lo sabían porque el perro centinela estaba atento, junto al niño, sin dar el aviso fatal, con su ladrido repetido y destemplado, cuando huele al lobo feroz cerca del rebaño.
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Rafael García Romero
Rafael García Romero. Novelista, ensayista, periodista. Tiene 18 libros publicados y es un escritor cuya trayectoria está marcada por una audaz singularidad narrativa, reconocido como uno de los pilares esenciales de la literatura dominicana contemporánea. Premio Nacional de Cuento Julio Vega ...
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