Cada vez que desde el Gobierno se trata el asunto de la seguridad ciudadana se hace con optimismo y a veces con cifras sobre las cuales parece apoyarse la satisfacción de las autoridades.
Los críticos de la seguridad pública, sin embargo, parecen convencidos de que pocas veces como ahora el dominicano había estado tan expuesto a sufrir un percance personal como consecuencia de la libertad con la que se desenvuelven rateros y malandrines.
Al finalizar la reunión de este lunes en el Cuartel General de la Policía Nacional, el ministro de la Presidencia, Joel Santos, refirió una estadística sobre el descenso de la tasa de homicidios con la del año pasado como marco, que puede ser utilizada contra las críticas de la seguridad ciudadana.
De acuerdo con el alto funcionario, quien habló al final del ya tradicional encuentro a menudo encabezado por el presidente Luis Abinader, la tasa de homicidios según los registros oficiales es de 11.85 por cada cien mil habitantes, una reducción de 1.35, visto que a finales del año pasado había sido de 13.2 por cien mil.
Hace algún tiempo, cuando surgían críticas por el estilo de las que ahora se hacen contra el entusiasmo oficial, las olas de inseguridad solían ser atribuidas a percepción.
De todas maneras, parece preferible ante la importancia de la seguridad ciudadana, que el Gobierno observe el comportamiento de las estadísticas, como debe ser, pero que no desatienda la opinión pública, que no es poca cosa.
Una acción de rateros en un sector céntrico, a la vista del vecindario o captado por cámaras de vigilancia, puede ser suficiente para que mucha gente se ponga en el lugar de las víctimas, particularmente si ha habido armas de fuego de por medio o algún niño o anciano expuesto.
Las imágenes del asalto son calientes a través de las redes sociales de hoy día. Las cifras estadísticas frías como témpanos.
