No tenemos que ser científicos de la NASA para llegar a la conclusión de que en el robo del avión del aeropuerto La Isabela hubo participación, complicidad y por lo menos negligencia de gran parte de los oficiales y civiles responsables del orden en esa terminal.
En cualquier otra parte del mundo, a esta hora estaría el preso ñango, aunque sea para fines de investigación. Pero aquí no. Mientras más grande es el robo o el crimen que se cometa, mayores probabilidades de impunidad hay para los delincuentes.
Son muchas y diversas las versiones que se han tejido en torno a la desaparición de la aeronave.
Se dice que La Isabela es el aeropuerto dominicano dotado de mayores sistemas de seguridad; que es imposible entrar o salir del área sin someterse el visitante o el intruso a severas inspecciones; que el ruido de los motores o turbinas de un avión (sobre todo en horas de la madrugada) no puede pasar desapercibido bajo ninguna circunstancia; y así por el estilo, mil conjeturas más. Pero de ahí no pasamos.
Yo también tengo mis teorías y mi plan de acción. Pero lo único que puedo adelantarles es que, mientras el hacha va y viene, ya estarían los guardias, policías, civiles y miembros del CESAC ¡presos por pi pá!