Una de las constantes en nuestro recorrido vital por este planeta y existencia es el cierre de ciclos. Ya sea por libre espontaneidad que la vida nos muestre que ya agotó su permanencia algo o porque decidimos de manera consciente hacer el proceso.
En el proceso de manera inconsciente , cuando no lo percibimos , ocurre en ocasiones la resistencia ya que los seres humanos somos de hábitos, repetición y aunque muchas veces esos cambios se van vislumbrando colocamos una barrera para no ver. La barra que no se sostiene en el cierre de ese ciclo se va pintando de silencios, indiferencia, ausencias que hablan más que palabras, donde al soltar la mano se va escapando como agua de un río desbordado.
Los apegos a veces nos pueden más e insistimos en conservar vínculos ya muertos, hábitos tóxicos, personas que nos drenan, porque el espectro de lo nuevo nos asusta.
El tinte de lo nuevo viene de variopintos colores que nos hacen evolucionar de manera natural si despedimos con honor lo que se fue, esperamos con fluidez lo que viene y aceptamos lo que es en el momento presente.