Choque de derechos

En una atmósfera de florecimiento de los derechos, es importante, e incluso necesario, que las personas los reclamen y defiendan, especialmente cuando sientan que han sido violados o de alguna manera pisoteados.

Esto a propósito de la insistencia de los denominados “musicólogos” y de operadores de colmadones, que denuncian abusos de autoridades policiales, a las que atribuyen incautaciones en condiciones impropias, como son las de equipos apagados y hasta la aplicación de multas que, según su parecer, son injustas.

La realidad es que estos aparatos son utilizados para atronar.
Si están siendo usados o no para la reproducción de música a volúmenes excesivos en el momento en que se hace presente la autoridad policial, es un punto que deberá ser discutido ante instancia menos parcializada que la opinión pública, a la que ha sido llevada por quienes ayer marcharon en calles de la Capital contra las actuaciones de agentes policiales.

En los vecindarios puede ser recogida la queja de que al enterarse del acercamiento de lo policías bajan el volumen o apagan equipos.

Así que la situación de esta gente es complicada porque hay, sin duda, una parte de la población a la que ofrecen una forma de entretenimiento que afecta a unos vecinos que no pueden irse a otro lado para evitar la musicalización estruendosa, común desde el viernes al atardecer hasta el domingo a la media noche.

Los derechos de quienes quieren oír música en sus casas sin la invasión de la del colmado, o ver la televisión, tener una conversación familiar o con amigos en la terraza, el balcón o la sala de su casa, también deben ser atendidos y tomados en consideración.

Lo dijo hace muchos años Benito Juárez, el Benemérito de las Américas: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.