En la comunidad valenciana, en zonas como Castellón, Valencia y Alicante el fenómeno de la DANA (depresión aislada en niveles altos), fue donde sucedieron las inundaciones significativas en varias áreas, con daños en viviendas, carreteras y en la infraestructura.
De ese lugar, guardo un recuerdo muy entrañable de la pequeña localidad de Chinchilla de Montearagón, situada en la parte sureste de la provincia de Albacete, cerca de la autovía A-31, que la conecta fácilmente con otras ciudades importantes de la región.
Gracias a que está ubicada en la vertiente sur de los montes de Albacete, siendo uno de los cruces de caminos más famoso de la Mancha desde su antigüedad, las últimas inundaciones masivas no fueron una amenaza, no tan grave como en otras áreas más bajas, porque se encuentra en una meseta, y por eso las lluvias sólo causaron algunos problemas a nivel local.
Chinchilla de Montearagón es calificado como lugar interesante de España; no puede entenderse la historia de los tres grandes reinos peninsulares de Castilla, Aragón y Granda si no se detienen a rememorar su historia.
En el claustro mudéjar del antiguo Convento de Santo Domingo, cuyo origen se remonta al siglo de la ocupación de los íberos se reafirma en historias y tradiciones importantísimas.
Estos primeros pobladores de Chinchilla hicieron del lugar un sitio fortificado de control y vigilancia del territorio, porque representaba un punto clave para la península y sirvió de paso a las civilizaciones que incidieron en estas tierras manchegas; es decir, los musulmanes, romanos y a los mudéjares.
No obstante, los musulmanes cuando conquistaron la ciudad, dejaron un gran legado en el tiempo de su permanencia entre el año 900 a 1,242, antes de que los cristianos vuelven a retomar a Chinchilla.
Los omeyas (un califato árabe) la conquistaron allá por el año 929, y lo menciono porque representó un período civil de progreso político y cultural para Chinchilla.
Ellos construyeron el castillo, las murallas defensivas a lo largo de toda la ciudad, 18 torres con almenas de vigilancia, tres puertas de acceso al interior de Chinchilla, y construyeron los primeros aljibes y acequias, ya que el agua era deficitaria. Estos objetos son propios de la cultura musulmana.
En aquellos tiempos, la ciudad adoptó diversos nombres: “Madina Yinyila”, “Cinxella”, “Cencilia”, y algún nombre más. Cuando la población musulmana empezó a abandonar esas tierras a causa de los mudéjares de Murcia, las antiguas mezquitas se convirtieron en ermitas, como la de Santa Ana Catalina, la iglesia parroquial mudéjar de El Salvador (hoy Julián mártir), naciendo por esos días una pujante comunidad judía.
En 1242, los cristianos adoptaron finalmente el nombre de Chinchilla, en tiempo de las tropas de Fernando III, “el santo”, de Castilla.
Otras figuras ilustres que inciden en Chinchilla fueron Alfonso X “el Sabio” y Pelayo Pérez Correa, que era comendador mayor y que la defendió de los musulmanes que la asediaban.
Un soldado muy valorado por la historia castellana, que luchó en aquellas tierras lo fue Rodrigo Díaz de Vivar, también conocido como el Cid Campeador. Conquistador de Valencia, e impuso su dominio en Alicante.
De toda esa historia que cuento, sí, hay una palabra que lo define todo: mudéjar, proveniente del árabe ´mudayyan´, significa “domesticado, sometido, al que se le ha permitido quedarse”. Y eso es lo que para mí hace interesante esta pequeña, pero grande ciudad de Castilla.