MÉXICO.– En su búsqueda por ser feliz todo el tiempo para huir de la depresión, el excampeón mundial peso mediano de boxeo, Julio César Chávez Jr., se adentró en un hoyo, la adicción a la cocaína y al alcohol, el mayor arrepentimiento de su vida.
“De lo único que me arrepiento en mi vida fue de tener una adicción, de haberme desenfocado; es lo único que me da coraje, todo lo demás no.
Uno quiere estar bien, hacer las cosas para disfrutar, pero no se puede ser feliz todo el tiempo”, dijo ayer. Las drogas, una adicción que también persiguió la carrera de su padre, Julio César Chávez, llegaron a la vida del oriundo de Culiacán a los 23 años cuando su carrera empezaba a despegar.
Junto a su despunte como profesional y bajo la sombra de la carrera de su padre, considerado el mejor boxeador mexicano de la historia, el junior cobró fama y en el país lo vieron como la nueva estrella del pugilismo, con ello llegaron a su vida amistades falsas y acuerdos con promotores que, según cree, complicaron su vida.
“En un momento todos me seguían la onda porque estaba en mi mejor momento, todos estaban contentos, pero llegó el tiempo que no me seguían la onda porque la gente se aburría”, dijo.
“Para salir fue una lucha conmigo”, añadió el boxeador de 34 años.