El Diccionario nos dice que la palabra charlatán se aplica a quien habla mucho y sin sustancia y al embaucador.
De la palabra sinvergüenza nos dice que significa pícaro y burlón y que se aplica al que comete actos ilegales en provecho propio, o que incurre en inmoralidades.
Y de la palabra abusador nos enseña el Mataburros que es aquel que usa mal, excesiva, injusta, impropia o indebidamente de algo o de alguien.
Cualquiera de los tres términos citados, o los tres en su conjunto, les caen como anillo al dedo a los honorables (¿?) diputados que introdujeron cambios al proyecto de Ley Salarial para dejar abierta una brecha que les permitiera a ellos determinar el monto de sus propios salarios, al margen de las reglas que deben regir para todo el mundo.
Se espera que el mencionado proyecto de ley será discutido hoy en el Senado. Ojalá que los senadores sean más sensatos y más decentes que los diputados, y que invaliden la grosería de la Cámara Baja.
De no ser así, habrá que terminar por convencerse uno de que nunca saldremos de la inmundicia y el atolladero institucional.