Cero quejas

Cero quejas

Cero quejas

Ana Blanco

Siempre he pensado que quejarse de las cosas es una manera de eternizarlas. No es que no haya mil razones para quejarse, seguramente las hay, pero en el momento en que nos anclamos en ese sentimiento todo se torna negativo.

No vemos salida, solo el problema, buscamos culpables en vez de soluciones y solemos acabar con una amargura difícil de quitar.

Y qué decir que las personas a nuestro alrededor suelen acabar un poco cansadas de sólo escuchar quejas.

Y que conste que no soy de las que propago esa positividad eterna, me parece también algo irreal, pero siempre he creído en que la actitud que tomes ante las cosas es la que va a marcar qué haces y cómo te sientes.

Cuando hay alguna razón para quejarse, siempre me hago la misma pregunta: ¿merece la pena? ¿Me va a aportar algo? Y la mayoría de las veces, por no decir todas, la respuesta es que no.

Entonces ya a mi edad trato de saltar ese paso e ir directamente a la acción: qué puedo hacer para que las cosas mejoren. Y la verdad que logro resultados mucho más positivos y efectivos en mi vida.

Los obstáculos siempre van a existir, las personas negativas o que impacten de una mala manera en nuestra vida también, razones para quejarnos… muchas y variadas.

Pero la energía que nos va a permitir que eso no nos afecte y nos detenga es soltar la queja y tomar las riendas de lo que haya que hacer para estar mejor, para encontrar esa solución que convierta la queja en alegría.

No es tan fácil como parece, lo sé, porque tenemos como ese interruptor que nos lleva a pelear y a quejarnos frente a la adversidad, pero les aseguro que, si saltan ese paso, les irá mejor.



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