El primer día de clases, después de las vacaciones de Navidad y Reyes, los papás, mamás y tutores en general sacaron Cero en conducta.
No hicieron su tarea. Dejaron que sus hijos se quedaran vagando en vez de mandarlos a la escuela para que aprendieran desde chiquitos y adolescentes los rigores de la responsabilidad.
Fue penoso ver en la televisión las aulas vacías o con poca asistencia de alumnos, mientras los maestros permanecían ociosos, mirándose las caras unos a otros, sin poder hacer nada para evitar la pérdida de tiempo.
Después no nos quejemos cuando esos hijos salgan mal preparados y al no saber competir para ser los mejores, caigan en el vicio y la delincuencia.
¿Para qué luchamos por el 4% para la educación, si ahora que lo logramos dejamos las aulas vacías?
No nos llamemos a engaño. El tiempo que se desperdicia hoy nos hará falta mañana. Seamos más estrictos con nuestros hijos. Al final del camino, ellos sabrán agradecerlo.