SANTO DOMINGO.-Los teléfonos celulares se han consolidado como la principal atracción de los rateros a la hora de despojar a sus víctimas de sus pertenencias.
“Lo primero que me pidió fue mi celular, me llevó por igual una tarjeta de crédito y algo de dinero, pero fue porque estaban en el case del teléfono”, narra Madelin Rodríguez, de 29 años, quien reside en el municipio de Nigua, San Cristobal.
Su experiencia con un atracador motorizado, con casco protector y mascarilla (lo que le hizo imposible poder identificarlo) sucedió hace siete meses y hasta la fecha espera respuesta de las autoridades.
“La policía de San Cristóbal me pidió que no cancelara el teléfono por si era encendido y me aseguraron que me avisarían, todavía sigo esperando”.
Los relatos abundan —no solo en Nigua, donde también fue asaltado recientemente el director del periódico EL DÍA, José Monegro, sino en todo el país.
El gran negocio
La principal atracción que ven los atracadores en los móviles es la posibilidad de vender sus piezas.
“Hay un mercado bastante amplio que más que para la activación, roban los celulares para venderlos por piezas, y esto sigue incentivando el robo de celulares”, afirmó el ingeniero Hiddekel Morrison.
Indicó que se requiere controlar todo el proceso de reparación, venta y activación de dispositivos móviles a través de bases de datos, de manera tal que no quede ningún taller sin explicar el origen de esas piezas.
Morrison agregó que las autoridades deben hacer obligatorio el vincular el número de registro o IMEI al documento de identidad del comprador final ya que esto limitaría la compra de celulares robados.
Sobre el tema
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Morrison sugirió retomar la depuración de bases de datos de suscriptores de las empresas de telecomunicaciones que siguen teniendo teléfonos activos, a nombre de personas que no lo saben.