
SANTO DOMINGO.-El mundo de la pastelería fusiona la ciencia de los ingredientes con el arte de la creación, no en vano, es una industria que combina técnica, creatividad y pasión por el dulce.
Las formas, tamaños, colores, texturas y sabores se combinan para deleitar los paladares y sacar suspiros de quienes ven en el protagonista de las fiestas una verdadera obra de arte.
Y es que, los bizcochos, grandes o pequeños, según su creación o montaje se convierten en la mejor carta de presentación de las celebraciones.
En el país hay un joven pastelero que, con apenas 23 años está conquistando a grandes y pequeños, pues, Celio Rodríguez a pesar de su corta edad lleva el secreto del azúcar en la sangre, al lograr hacer el bizcocho más grande del país y replicar la historia de una familia tesonera que ha hecho de este arte un estilo de vida por más de 30 años.

En este sentido, comenta: “Vengo de una familia de pasteleros; mi abuela inició todo en su casa hace más de 30 años, y luego mis padres convirtieron ese talento en un negocio comercial para el público. Desde entonces, hemos seguido creciendo, innovando y explorando nuevas técnicas para seguir perfeccionándonos y ofreciendo creaciones cada vez más elegantes y sorprendentes”.
Desde siempre, estuvo rodeado de pasteles, una tradición que ha pasado de generación en generación, desde su abuela hasta su mamá, agregando: “Esta cercanía constante a la magia de la repostería hizo que la pasión por ella surgiera de manera natural, sin que me diera cuenta. Es algo que llevo en la esencia, una herencia que ha despertado en mí un amor profundo por el arte dulce y la creatividad en la cocina”.
Su mayor legado
Orgulloso de sus raíces, describe que la pasión por la pastelería comenzó en el hogar de su abuela, quien dedicó su talento y cariño a crear pasteles hermosos en su propia casa. Sus manos transformaban ingredientes en obras de arte que no solo deleitaban el paladar, sino que también llenaban de alegría a quienes los saboreaban. Luego, su madre tomó el legado y lo elevó a otro nivel, convirtiendo esa tradición familiar en una empresa sólida y reconocida.
“La historia de nuestra familia en la pastelería es un testimonio de amor, dedicación y creatividad que se ha transmitido de generación en generación, enriqueciendo nuestras vidas y la comunidad que nos rodea”, apunta el Master Pastry.
Al hablar de su pasión por lo que hace, cumpliendo los sueños y elevando la felicidad de sus clientes, Rodríguez afirma que lo llena de un profundo honor y gratitud saber que las personas confían plenamente en él para crear el pastel perfecto en sus momentos más especiales. “Es un privilegio ser parte de sus celebraciones, de sus alegrías y de esos recuerdos imborrables que quedarán plasmados en cada bocado. Poder transformar su confianza en una obra de arte dulce no solo representa un compromiso profesional, sino también un acto de amor y dedicación que honro con todas mis fuerzas”, dijo.
Sacó suspiros
Rememora que el pastel que le hizo a Ana Beatriz Pérez, que se volvió viral, fue, sin duda, un bizcocho que dejó una impresión imborrable; una verdadera locura. Refiere que fue de un tamaño extraordinario, rebosante de detalles meticulosos y arte en cada rincón.
No solo fue un espectáculo visual, sino que además evocó una profunda euforia tanto en la familia como en quienes lo vieron en redes sociales.
Asegura que la repercusión fue tal que superó todas las expectativas, confirmando que ese pastel fue mucho más que un simple pastel: fue una obra maestra que conquistó corazones y abrió nuevas puertas en mi camino.
De una forma jocosa, recuerda que, como todo en la vida, a veces hay montajes que representan un desafío, y siendo sincero, aclara que el pastel del Castillo de Disney que hizo fue realmente hermoso y disfrutó mucho crearlo. Sin embargo, señala que “requirió mucho esfuerzo y dedicación debido a su complejidad y detalles minuciosos. Aunque fue desafiante, fue una experiencia muy satisfactoria y un proyecto que valoré profundamente”.
Al contar sobre la ejecución de estos grandes montajes, dice que cada pastel tiene su propio tiempo, y los de gran tamaño pueden requerir entre 5 y 8 días de dedicación minuciosa. Este proceso refleja su compromiso de ofrecer lo mejor en cada creación.
El dulce de leche es el sabor que usa en casi el 90 % de sus pasteles porque les encanta a la gran mayoría, combina muy bien con la masa y además dura más tiempo.
Tendencias y desafíos
Por otro lado, Celio atina a que, cada vez, los pasteles se vuelven más desafiantes, especialmente con las nuevas tendencias y técnicas que surgen constantemente en la pastelería mundial. Explica que la innovación y la creatividad hacen que cada proyecto sea más complejo, pero también más apasionante, impulsándolo a elevar su arte con dedicación.
Manifiesta que utiliza técnicas tradicionales o modernas, siempre buscando crear algo especial y perfecto, adaptado a la ocasión, ya sea una boda, un quinceañero o un cumpleaños. Se declara una persona de profunda convicción y agradecimiento con lo que Dios le ha permitido a su acorta edad, ya que ha tenido la suerte de conocer pasteleros inspiradores y de tomar clases con ellos.
Por ejemplo, el chef Deiby Sánchez de Colombia, un excelente escultor en chocolate con influencia de la cultura francesa, y Dalila Cabrito, una de las primeras maestras de la pastelería que es su familia.
Vive cada creación
—1— Cómo lo ejecuta
Analiza detalladamente el evento y, a partir de esa inspiración, diseña un pastel único, temporal o atemporal.
—2— Sueño mental
Cada bizcocho es una obra pensada exclusivamente para ese momento memorable.
—3— Interpreta ideas
Respeta y valora los gustos de cada cliente, su enfoque se basa en entender sus preferencias, y manos a la obra.
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Erika Rodríguez
Periodista, ganadora del Premio Nacional de Periodismo Turístico Epifanio Lantigua en la categoría Gastronomía y Turismo.