Conoce las causas del aumento de ACV en adultos jóvenes y mujeres
En los últimos años, el accidente cerebrovascular (ACV), o ictus, dejó de ser una preocupación exclusiva de la población mayor de 60 años para convertirse en una realidad que afecta cada vez más a adultos jóvenes y mujeres a nivel global.
Dos grandes estudios recientes reflejan esta tendencia y se suman a la evidencia científica de los últimos años, al destacar no solo el aumento en la cantidad de casos, sino también en la mortalidad asociada a esta patología.
Una de las investigaciones, publicada en The Lancet Regional Health – Americas, examinó la evolución de estos eventos cardiovasculares en la región en los últimos 30 años. El análisis indicó que si bien entre 1990 y 2021, las tasas ajustadas por edad disminuyeron, en los últimos años, a partir de 2015, se registra un aumento de la incidencia entre personas más jóvenes y un ritmo decreciente en la reducción de la mortalidad general.

La investigación, que abarcó 38 países y territorios de las Américas, fue realizada por un equipo internacional de científicos entre los que participó el neurólogo argentino Matías Alet, miembro del Centro Integral de Neurología Vascular de Fleni, secretario de la Sociedad Neurológica Argentina e integrante de la Unidad ACV del Hospital Ramos Mejía.
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En diálogo con Infobae, Alet señaló que “el estudio publicado en The Lancet reveló un aumento en los casos de ACV, especialmente en personas de mediana edad y en mujeres. Desde 2015 se frenó la tendencia a la baja y comenzaron a subir tanto la incidencia como la mortalidad”.
El neurólogo consideró que factores como la desigualdad en la atención médica, el sedentarismo, el tabaquismo y las barreras en el acceso a la salud aparecen como claves en este cambio.
En la última década, la incidencia de ACV aumentó en adultos de mediana edad y adultos mayores, pero Alet destacó que el impacto es “desproporcionadamente negativo” en las mujeres. “Además, la mortalidad y carga de enfermedad por ACV isquémico han aumentado desde 2010, especialmente en países con alta población y economías de ingresos medios-altos”, agregó el especialista del Fleni.
El estudio señaló que el incremento de casos en mujeres podría estar vinculado a una mayor detección de ACV en este grupo, dado que, históricamente, los síntomas en mujeres no siempre se reconocían de forma adecuada.

“En 2021, el ACV se ubicó entre las tres principales causas de muerte, junto con COVID-19 y la cardiopatía isquémica. Durante la pandemia, la mortalidad por ACV se mantuvo estable, pero ha habido un aumento en el número absoluto de casos y años vividos con discapacidad, lo que resalta la necesidad de fortalecer los servicios de salud”, precisó Alet.
Análisis global sobre el ACV en adultos jóvenes
Otro estudio, publicado el 17 de abril en la revista Stroke, la revista científica revisada por pares de la American Stroke Association, una división de la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés), mostró que la incidencia de ictus causados por coágulos en personas de entre 18 y 49 años está en aumento, en gran parte debido al incremento de los accidentes cerebrovasculares criptogénicos, aquellos de causa desconocida.
Este fenómeno ocurre principalmente en adultos sin factores de riesgo tradicionales como hipertensión, tabaquismo, obesidad, colesterol alto o diabetes tipo 2.
El estudio publicado por la Asociación Estadounidense del Corazón destaca que los adultos menores de 50 años tienen un riesgo más del doble de sufrir un ictus debido a factores de riesgo no tradicionales, como la migraña, en lugar de los riesgos más comunes como la hipertensión.
Según el doctor Jukka Putaala, autor principal del estudio y jefe de la unidad de accidentes cerebrovasculares del Neurocentro del Hospital Universitario de Helsinki en Finlandia, hasta el 50 % de los accidentes cerebrovasculares isquémicos en adultos jóvenes son de origen desconocido, siendo más comunes en mujeres.

Para garantizar una prevención efectiva, Putaala enfatiza la necesidad de evaluar tanto los factores de riesgo tradicionales como los no tradicionales en población joven, así como implementar pruebas de detección rigurosas tras un ictus para evitar episodios futuros.
“El ACV en jóvenes y adultos menores de 45 años es un fenómeno que, si bien sigue siendo menos frecuente que en la población de mayor edad, está en notable aumento. Es decir, si bien, tradicionalmente se ha considerado al ACV como una enfermedad casi exclusiva de personas mayores, datos de la práctica clínica, así como de la literatura científica de los últimos años de manera cada vez más frecuente muestran que un 10-15% de los ACV ocurren en personas jóvenes”, señaló en Infobae el médico neurólogo y psiquiatra Enrique De Rosa Alabaster.
Un factor poco tenido en cuenta -según De Rosa Alabaster- es el subdiagnóstico del ACV en mujeres.
“Esto parece acompañar la idea del “identikit” del ACV que es un hombre y de cierta edad. Esto a su vez es paradójico porque algo conocido es que las mujeres tienen es un mayor riesgo de mortalidad tras un ACV y mayores probabilidades de padecer secuelas incapacitantes a mediano y largo plazo, pero en muchos casos no reciben el diagnóstico correcto de la gravedad del cuadro en las “horas de oro” de la aparición de los primeros signos”, describió el neurólogo y psiquiatra.
Un estudio de 30 años sobre la evolución del ACV
El trabajo de The Lancet analizó las cifras del Estudio de la Carga Global de Enfermedades 2021. En 2021, más de 1,1 millones de nuevos casos de accidente cerebrovascular se registraron en la región, y el número absoluto de muertes ascendió a medio millón. Aunque las tasas ajustadas por edad mostraron una disminución general desde 1990, estos avances han perdido fuerza en la última década.
Entre los hallazgos más preocupantes se encuentra el aumento inesperado de casos en individuos menores de 50 años y el crecimiento sostenido de la mortalidad por ictus isquémico (el subtipo más común) en adolescentes y adultos jóvenes. Este cambio en la tendencia se identificó con mayor claridad en el período 2015-2021.
Mientras que algunas subregiones como América del Norte han logrado mantener bajo control gran parte de la carga del accidente cerebrovascular, en países del Caribe —como Jamaica, Haití y Venezuela— los niveles de incidencia y mortalidad son notablemente más altos. En Jamaica, por ejemplo, se observa un aumento continuo en todas las métricas, desde la incidencia hasta los años de vida perdidos por discapacidad.
Las disparidades se reflejan también entre los distintos estratos socioeconómicos. Países con menor desarrollo (medido a través del índice sociodemográfico) experimentan una relación directa entre el aumento de incidencia y el crecimiento de la mortalidad por accidente cerebrovascular. Por el contrario, los países con mayor desarrollo han logrado reducir la mortalidad incluso en presencia de más casos, evidenciando mayores avances en el acceso y calidad de los servicios de salud.
Mujeres jóvenes en mayor riesgo
Un aspecto fundamental identificado en el estudio es el impacto desproporcionado que el accidente cerebrovascular está teniendo en las mujeres jóvenes. Entre 2015 y 2021, las tasas de incidencia de accidentes cerebrovasculares aumentaron con mayor rapidez en las mujeres, particularmente entre los 15 y 49 años, una tendencia que podría estar vinculada a factores hormonales (uso de anticonceptivos, embarazos complicados) y al aumento de condiciones como la hipertensión, obesidad y diabetes.

Además, las mujeres enfrentan barreras específicas en su acceso a diagnóstico y atención adecuada, algo que los autores destacan como un área crítica para futuras intervenciones.
Los investigadores apuntan a múltiples causas de este repunte entre las poblaciones jóvenes y de mediana edad. La falta de control en factores de riesgo tradicionales como hipertensión, diabetes y obesidad destaca como un elemento clave. Sin embargo, también emergen otros factores, como el estrés crónico, el sedentarismo, la contaminación y el consumo de sustancias nocivas, que podrían estar contribuyendo al fenómeno.
Por otro lado, en algunos países de América Latina, los avances en diagnóstico clínico, acceso a resonancias magnéticas y una mejor detección de accidentes cerebrovasculares pequeños o transitorios podrían estar influyendo en el aumento de los casos reportados.
Cómo prevenir el accidente cardiovascular

El avance se estanca, pero no significa que sea irreversible. El estudio recomienda con urgencia reforzar las estrategias tanto de prevención primaria como secundaria. Esto incluye ampliar programas de manejo de factores de riesgo, como la hipertensión, a través de iniciativas comprobadas como HEARTS, desarrollada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Si se lograra incrementar el control de la hipertensión al 50% de la población —muy por encima del actual 36%—, se podrían prevenir aproximadamente 120.000 muertes por accidente cerebrovascular en la región. Además, la mejora en sistemas de atención, incluido el acceso a redes coordinadas de manejo del ictus en países con recursos limitados, podría reducir significativamente la mortalidad.
El panorama actual destaca relevantes desafíos para las Américas y plantea una agenda ambiciosa, pero viable, en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. El fortalecimiento de políticas públicas, campañas educativas, investigaciones sobre inequidades y determinantes sociales, así como la expansión de tecnologías para el tratamiento del ictus, son aspectos esenciales para salvar vidas y frenar el impacto económico y social devastador del accidente cerebrovascular.
El estudio apela a gobiernos, instituciones y comunidades a implementar medidas concretas ahora, antes de que la tendencia identificada en los más jóvenes se consolide como un nuevo estándar.
Fuente: Infobae
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