Sammy Sosa se constituyó junto a Mark McGwire, por lo menos durante tres temporadas, en una especie de “rescate o salvavidas” del béisbol de Grandes Ligas, cuando ese espectáculo estaba atravesando una de sus peores bajas, tanto en el seguimiento de fanáticos como en la inversión publicitaria.

Con la famosa lucha por el liderazgo de cuadrangulares que escenificaron durante ese periodo, comenzó el resurgir del béisbol, no solo en Estados Unidos, sino en todos los países donde el mismo se práctica.

Durante su carrera, Sammy compiló cifras envidiables que le debieron asegurar su entrada a la inmortalidad sin ningún tipo de duda.

Con 609 cuadrangulares y 1,667 carreras empujadas, siete asistencia a Juegos de Estrellas y seis Bates de Plata, son hazañas más que suficientes para ir de “cabeza, sin arrugas” a Cooperstown.

Sin embargo, todo parece indicar que Sosa se quedará fuera, dado que en su sexta oportunidad, apenas logró el 8.6% de la votación.

Hay que decir que Sammy estuvo en el grupo que se ha mencionado de estar, supuestamente, ligado al consumo de esteroides.

Pero no tiene explicación lógica que otros que están en ese mismo paquete, como Roger Clemens y Barry Bonds, cada año logren mayor apoyo de los escritores con derecho al voto.

No sé cómo se podría escribir la historia del béisbol tratando de ignorar el trabajo de jugadores de la categoría de Sosa, Bonds, McGwire y Clemens.