Diferentes opiniones desataron las disculpas del senador Wilton Guerrero ante el expresidente Hipólito Mejía, por su denuncia de que habría viajado a México para reunirse con un narcotraficante en plena campaña electoral de 2012.
Muchos favorecían que Mejía siguiera con la querella por difamación e injuria, otros que así el exmandatario demostró no guardar rencores.
Sin embargo, el caso marca un precedente en torno a las acusaciones que se hacen en medio del proselitismo político, ya que a partir de ahora cada quien que haga una renuncia debe saber que tendrá que presentar las pruebas. Guerrero es el segundo caso de esa naturaleza.
El primero fue el sometimiento que le hizo Hernani Salazar a Marino Vinicio Castillo por acusaciones que perjudicaban su reputación.
En ese entonces Salazar se desempeñaba como senador por la provincia Duarte. Castillo fue condenado al pago de un millón de pesos.