Por el historiador: Hanlet Domínguez
En Santo Domingo los ánimos estaban caldeados, y no era para menos, ya que Montesinos había creado un revuelo total con su famoso sermón en 1511. El gobernador Diego Colón estaba furioso y ni mencionar a los colonos con sus encomiendas, a los cuales Montesinos les hizo saber que los taínos no eran animales sino seres humanos.
Fragmento del sermón:
Esta voz, dijo él, que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?
Las quejas para que Diego Colón actuará y pusiera en su lugar a los dominicos no se hicieron esperar. Los colonos veían a estos religiosos como una amenaza a sus intereses y el mismo Bartolomé de Las Casas para aquel tiempo también pertenecía a este grupo explotador insaciable.
Entonces entre los abusadores de indios y ambiciosos de fortunas empezó a crecer el pánico al pensar que las declaraciones de Montesinos iban a llegar a oídos del rey Fernando. Por tal razón, y de manera proactiva mandaron a un fraile franciscano a España llamado Alonso del Espinal para que explicara y defendiera sus intereses ante el monarca.
Al ver esta acción, Montesinos no tuvo otro remedio que tratar de ir a España a explicar su caso también, esto llevaría a un debate sobre los derechos de los indios. Pero había un problema grave, y era que el famoso fray Antonio Montesinos no tenía ni para pagar el pasaje para presentarse a esta audiencia al otro lado del océano. La mayoría de las personas en Santo Domingo tenían miedo de ayudar a los dominicos para no tener como enemigos a los encomenderos de indios y mucho menos al gobernador. Pero de manera sorpresiva y hasta heroica, algunos hermanos empezaron a pedir limosnas por la ciudad, lo que facilitó el pasaje de Montesinos.
El rey Fernando se enteró por vía de las malas lenguas y le envió una carta a Diego, en la cual le decía que si un sermón como este volvía pasar, que echara a los dominicos de la ciudad y los mandara de vuelta a España. Pero esta no fue la única carta en contra de la prédica de Montesinos, ya que el jefe de los dominicos en España, fray Alonso de Loaysa le envió una carta seis meses después del sermón en la cual los regañaba por tal acto. Loaysa les dijo lo siguiente:
“Y porque el mal no proceda adelante y tan gran escándalo cese, os mando a todos y a cada uno de vosotros en particular […] que ninguno sea osado predicar más en esta materia […] supe cómo los del Consejo del Rey nuestro señor proveían que a todos los trajeran a España y la causa por ciertas proposiciones que uno de vosotros predicó en daño de nuestra religión […] Y aunque no fuese así, no habríais de predicar ni publicar tal doctrina sin consultarla primero acá”
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