Elías Brache
En ocasiones, una situación política sirve para explicar otra.
Recientemente, el ahora partido de oposición Partido de la Liberación Dominicana (PLD) expresó sus quejas porque, según ellos, no se les consultó para elegir los nuevos miembros de la Junta Central Electoral.
Sin dudas, sorprende el nivel de amnesia selectiva de algunos miembros de ese partido pues, ¿acaso consultaron los peledeístas a otras fuerzas cuando armaron sus juntas y sus tribunales? Más aun, ¿han sido modelo de gestión?
Estas líneas no intentan justificar una acción con otra, ni siquiera argumentar la pluralidad de la presente JCE, se trata de usar esa “indignación” peledeísta para explicar una que se pasea en nuestras narices.
En este link: https://eldia.com.do/el-diablo-tienta-y-es-rojo/, encontrarán unos párrafos que escribí hace 9 años en este mismo medio, donde advertía sobre la posibilidad de perpetuar personas a la carrera diplomática y que esto no fuera más que un mecanismo de validación de cuadros políticos y adláteres de turno.
Así pues, si quedara alguna duda del objetivo perseguido por quienes condujeron Cancillería en los últimos 16 años, solo hay que recordar el intento de contrabandear un grupo de empleados apenas a horas de entregar el poder en agosto pasado. Esta maniobra fue detectada y frenada en seco por el actual canciller Roberto Álvarez y Darío Lugo, ministro de Administración Publica.
Actualmente, en aras de una legalidad que nos parece carece de fundamento ético y justicia, muchos cuadros políticos que fueron beneficiados unilateralmente, le son respetadas sus carreras cuando las mismas se forjaron sin permitir que otros tuvieran la oportunidad de ejercer funciones diplomáticas.
Es contraproducente considerar diplomático de carrera a todo aquel que simplemente, porque un partido “x” estuvo en el poder durante 16 años corridos y este fue protegido, cumplió entonces los años reglamentarios.
Cabe señalar también, que muchos de ellos nunca han permanecido en la casona del malecón, en la sede del ministerio haciendo su parte de servicio como manda “el librito”.
Diplomático de carrera debe ser considerado el que vino de abajo, que como en la milicia ha escalado rangos y que no depende del favor político.
La mejor forma de explicarlo es el ejemplo gráfico de una conversación entre un diplomático de carrera de un país desarrollado y el diplomático de carrera dominicano:
El diplomático de carrera extranjero diría: “yo comencé como secretario de tercera clase en x país”.
El diplomático de “carrera” dominicano respondería: “yo comencé como embajador”…
Que no quepa la menor duda de la voluntad del actual gobierno de sanear y adecentar el servicio exterior, una de las formas es colocar cada cosa en su justo lugar.
Definamos de una buena vez, con sentido de justicia, qué es un diplomático de carrera.
