El presidente Danilo Medina no había cumplido un año en su cargo cuando ya algunos funcionarios comenzaban a difundir la idea de su reelección, espinoso tema que siempre despierta curiosidad, oposición y respaldo.

Esos reeleccionistas a destiempo fundamentaban sus posiciones diciendo que el presidente Medina mantenía una inusual popularidad, por su apoyo a los productores agropecuarios y otros sectores. Y que por esas y otras razones, debía concedérsele la oportunidad de un nuevo período.

La reelección no es mala en sí, sobre todo si se trata de apuntalar un Gobierno progresista, que defienda los intereses del pueblo, que defienda sin titubeos la soberanía nacional y mantenga las libertades públicas.

Excepto lo de las libertades, no creo que este sea el caso.

El problema estriba en que en nuestro medio los funcionarios que apoyan la reelección hacen uso ilegal de los recursos públicos para promover a su patrocinado, como si esos recursos fueran suyos.

El tema es propicio recordar que el 19 de septiembre de 1952, Joaquín Balaguer pronunció una conferencia en el Ateneo Dominicano, en la que hizo un esbozo histórico de la reelección, para concluir que los Presidentes que no la buscaron quedaron como “desteñidos”, mediocres o pusilánimes, pues no dejaron ninguna obra digna de figurar en los anales de la Historia.

El propósito de Balaguer, con su oratoria llena de citas históricas y de referencias a personajes “constructores”, entre ellos Nicolás de Ovando, lo que buscaba naturalmente era justificar la reelección de Trujillo.

Según Balaguer, hay que aceptar que “la política es, en definitiva, el arte de acomodar el Derecho y la administración pública a realidades concretas”, como tradicionalmente han hecho todos los presidentes que hemos tenido y que han buscado la reelección, incluyendo al presidente Medina.

*Por Santiago Estrella Veloz