Cara a cara

Cara a cara

Cara a cara

Ana Blanco

Confieso que me siento fuera de muchas de las tendencias que marcan el camino hoy en día. Y no lo afirmo con pesar, sino con curiosidad.

Por un lado intento comprender por qué un ‘youtuber’ pone a luchar a otros 100 en un videojuego online lleno de violencia y rompe récord de audiencia y, por otro, pienso que realmente no es algo que vaya conmigo.

Es verdad que no se puede vivir de espaldas a lo que la mayoría hace, hay que entenderlo para saber cómo actuar y sobre todo cómo guiar a los que vienen. Pero me cuesta y mucho.

Le doy vueltas y cada vez estoy más convencida de que el análisis debe venir por la forma en la que nos comunicamos. Ahí es que generacionalmente me siento perdida.

Crecí con el cara a cara, con la comunicación verbal en su estado más puro y me cuesta mucho entender que alguien se pueda comunicar a través de una pantalla y encuentre un receptor ávido de lo que tiene que decir aunque nunca se vean en persona o no se conozcan.

Entonces leo que para 2018 más del 80 % de la forma de comunicación será visual.

Y me asusta un poco. Soy comunicadora, me dedico a eso y me he subido al tren que me lleva a utilizar mil herramientas que me ayudan a transmitir el mensaje, muchas de ellas a través de aparatos electrónicos.

Pero a nivel personal no encuentro mi lugar.

No quiero sonar a eso de tiempos pasados fueron mejores, para nada. Me considero una persona que siempre mira hacia delante.

Pero me acuerdo cuando mi profesión consistía en entrevistar a personas, en hacer una cita, ir, hablar, preguntar, ver sus gestos, empatizar… y eso no se logra online por mucha realidad virtual que quieran vendernos.

Las relaciones están cambiando, porque está cambiando la forma de comunicarnos. Y en ese punto es en el que me considero con fecha de caducidad.

Hay cosas a las que no voy a renunciar. Quiero quedar con mis amigas a tomar café y no solo chatear, me fascina comer frente a frente con mi familia y ponernos al día de las cosas sin mirar el celular a cada rato, me motivan las reuniones con mi equipo en las que veo la emoción de una gran idea en su rostro.

Quiero simplemente eso: el cara cara.



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