Los partidos políticos están embarcados en la tarea de seleccionar a sus respectivos candidatos para competir por los cargos congresuales y municipales que han de ser electos en los comicios de mayo venidero.
La principal manzana de discordia en esos aprestos, tanto en un partido mayoritario como en otro, está en la cuestión de las candidaturas reservadas, modalidad ésta que a mi modo de ver es despótica y antidemocrática, aparte de que cercena los derechos constitucionales de los aspirantes a tales cargos que estén dispuestos a disputar sus pretensiones en una convención interna.
Pero sea que un aspirante cualquiera llegue a ser candidato gracias a la modalidad de reservado o mediante una convención, lo que en realidad debería preocuparnos es la calidad moral de los candidatos, para asegurarnos desde ahora de que el próximo Congreso sea mejor que el actual.
No quisiera ver como integrantes del próximo Congreso a diputados o senadores que violen a niñas menores de edad y luego les nieguen la manutención a sus hijos; ni a legisladores que trafiquen con inmigrantes indocumentados; ni a diputados que no asistan a las sesiones; ni otras cosas por el estilo, como las vemos ahora.
¿Será posible? Soñar no cuesta nada.