¿Campeón de los derechos humanos?

¿Campeón de los derechos humanos?

¿Campeón de los derechos humanos?

Rafael Chaljub Mejìa

Si algo faltaba aún para poner en evidencia totalmente la hipocresía y la doble moral de la clase dominante norteamericana, las imágenes que están recorriendo el mundo en estos días se han encargado de ofrecerlo.

Agentes de migración, corpulentos, uniformados de verde oliva, montados en briosos caballos, cargando con violencia contra una concentración de haitianos que, desesperados y sin esperanza de poder vivir en su propio país ya colapsado, se aventuran a salir hacia otras tierras como quien está a punto de morir de asfixia bajo el agua y busca sacar la cabeza al aire.

Las embestidas de los agentes, los latigazos, los hombres y mujeres que ruedan por tierra o caen al agua, algunos que al caer bajo el impacto del empujón de un caballo o el golpe severo de un policía, aprietan en su regazo los niños que llevaban cargados.

Estas escenas, propias de los que perseguían los negros sometidos al trabajo esclavo en las plantaciones de Alabama, han puesto a Estados Unidos y su gobierno en el punto donde deben estar frente la conciencia de los pueblos del mundo. Y sobre todo, han desenmascarado otra vez esa doble cara con que suelen presentarse.

Dicen ser los campeones de los derechos humanos y hasta pretenden calificar y descalificar a cada país en ese campo, y miren lo que hacen en su propia tierra. Líderes de la democracia y el mundo libre y es allí donde se registran procesos electorales tan traumáticos como el que llevó al actual mandatario Joe Biden a la Casa Blanca.

Se atribuyen el derecho de juzgar a los demás en el asunto del combate al narcotráfico, cuando es precisamente en Estados Unidos donde existe la mayor cantidad de adictos en el mundo, el país que más pactos de impunidad ha hecho con los grandes delincuentes del negocio sucio, el punto donde se venden libremente las modernas armas que emplean los carteles de la droga, donde se lavan los capitales más voluminosos de ese negocio y el que más usa el combate al narcotráfico para intervenir, incluso con la instalación de base militares, en los países cuyos gobiernos permiten tal injerencia.

Claro, que ahora ningún organismo internacional condenará a Estados Unidos por los atropellos de estos días, pero ante todo lo que hay de consciente y digno en este mundo, la doble cara de quienes ejercen el poder en ese país ha quedado al descubierto y más temprano que tarde, los pueblos le cobraran la cuenta.



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