El campanario es un elemento arquitectónico que se levanta usualmente en uno de los ángulos de esquina del edificio religioso. En algunos casos totalmente exento, otros, formando parte del cuerpo de la iglesia.
El campanario debe su nombre porque necesariamente alberga una o más campanas en la zona más alta de la torre.
El origen del campanario se remonta al siglo VI, cuando en la ciudad italiana de Ravena, se construyó una torre idéntica a aquellas que alternadamente se levantaban a lo largo de los muros de defensa de grandes edificaciones o de ciudades completas. Una de estas torres sirvió de modelo para la primera torre campanario religiosa.
En esta edificación, la campana se utilizó no solo para llamar al pueblo a protegerse de un inminente ataque a la ciudad, sino también para llamar a los fieles a las celebraciones litúrgicas.
Un feliz invento
La diferencia consistía, en el número de golpes de campana utilizado en cada ocasión. Este feliz invento, resultó para Italia, un prototipo permanente para las torres campanarios de los templos religiosos.
Italia es el único país en donde las torres son siempre exentas del de la edificación religiosa, sean basílicas, catedrales o iglesias.
El uso de los campanarios se multiplicó a lo largo de Europa. En caso de terrenos poco resistentes, el campanario se levantó a la menor altura posible, para evitar su derrumbe. Al mismo tiempo que fueron adquiriendo diferentes campanas, con distintos sonidos metálicos que marcaban armónicos tañidos, realizados a mano, hasta que se desarrolló el sistema de cuerdas.
Más tarde tuvo lugar, un cambio con el llamado carrillón mecánico, con el que se lograba producir hermosos sonidos musicales. En algunos casos cuando la iglesia no podía levantar su propia torre, se buscó la solución de construir una pequeña torreta, localizada en la pendiente del techo de la principal edificación.
De tamaño moderado, procurando que los materiales de construcción, fueran los más ligeros. Igual que en el caso de las torres, las llamadas espadañas, pueden poseer varias campanas y hasta carrillones.
En la República Dominicana, país, donde anualmente se producen terribles huracanes y los movimientos sísmicos pueden provocar cuantiosos daños, el número de espadañas supera al de las torres campanarios, principalmente en la arquitectura del período colonial.
En Santo Domingo, en la iglesia de la Orden de la Merced, se construyó, en uno de los ángulos del templo, una gran torre, erigida en piedra de cantería.
Es de una superficie amplia, pero de una altura poco significativa, esto debido al temor de los elementos naturales, los que causaron numerosos daños a muchas edificaciones de la época.
Uso de los metales
Con la evolución de los materiales de construcción para los edificios dedicados al culto, como es el hormigón armado y el uso de los metales, se hizo posible levantar torres de considerable altura, exentas, las que podían soportar los embates de la naturaleza.
Una de las iglesias del período colonial más reciente, es la de San Carlos Borromeo, situada en la barriada de la comunidad de inmigrantes canarios, asentados entre nosotros. En esta iglesia se construyó una torre campanario totalmente exenta, colocada en un punto protegido por el transceptor y el ábside terminal, los que tienen la misma altura de la torre, con el fin de protegerla de los elementos.
Existen motivos durante el período colonial, que provocaron que la torre exenta de la catedral de Santo Domingo, cuya construcción se había iniciado, se tuviese que suspender, quedando, así como testimonio.
La razón que adujeron las autoridades militares fue que la torre de la fortaleza de Santo Domingo, podía ser atacada, si se erigía una torre en el templo. Esta es la razón que la majestuosa catedral nuestra, solo tiene una espadaña a ras de tierra.
La capilla de los Remedios, en la calle Las Damas, tiene una fachada tratada en ladrillo, en donde incorporaron la espadaña como parte arquitectónica de la misma.
Particular belleza
— Tratada en ladrillo
La capilla de Los Remedios es el resultado de una particular belleza, lo que la convierte en una verdadera joya de la arquitectura religiosa. Hay que advertir que dicha capilla, pertenecía al palacio del mayorazgo de los Dávila.
*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA