En el horizonte político de la República Dominicana se avecina un proceso electoral para cargos municipales, un momento que demanda una reflexión profunda sobre el enfoque que deben tener los contendientes.
Lamentablemente, estamos viendo una campaña que nada en un mar de superficialidad, desviándose de la esencia de la democracia y el servicio público.
Es imperativo que la próxima contienda electoral para cargos municipales se distinga por un cambio sustancial en la forma en que los candidatos presentan sus propuestas y se conectan con los ciudadanos.
La necesidad de una campaña basada en propuestas no puede ser subestimada, ya que esto no sólo fortalece la democracia, sino que también empodera a los votantes al proporcionarles información relevante para tomar decisiones informadas.
Resulta desalentador observar cómo, en ocasiones, las campañas se sumen en un circo mediático, donde el énfasis recae más en estrategias de imagen y propaganda vacía que en la presentación de soluciones concretas para los desafíos que enfrentan nuestras comunidades.
Los ciudadanos merecen más que eslóganes pegajosos y promesas vagas; merecen conocer las ideas, proyectos y planes de acción concretos que los candidatos tienen para mejorar la calidad de vida en sus municipios.
Es esencial que los aspirantes a cargos municipales abracen la responsabilidad de elevar el nivel del discurso político. Una campaña basada en propuestas no sólo generará un diálogo más sustancial, sino que también contribuirá a forjar un liderazgo más transparente y comprometido.
Critiquemos, sin miedo, las campañas insustanciales. Es hora de desafiar la norma y exigir a nuestros candidatos que se comprometan con la sustancia, que ofrezcan respuestas a los problemas concretos que aquejan a nuestras comunidades.
La trivialización de la política no tiene cabida en una democracia robusta y vibrante.
Instamos a los candidatos a dejar de lado las estrategias efímeras y a abrazar una campaña basada en propuestas claras, medibles y realistas.