República Dominicana dará un salto geométrico en su desarrollo material cuando se consolide en el campo institucional. Así ha quedado demostrado en la historia.
El mayor bienestar se ha experimentado en tiempos de democracia, de paz y de concordia.
Durante las épocas de autoritarismo o de confrontaciones pronunciadas los indicadores de pobreza han estado disparados.
Los indicadores de pobreza estuvieron en niveles elevadísimos durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo y las mejoras materiales sólo llegaban a reducidos círculos cercanos al régimen de turno.
El desarrollo industrial se detuvo durante los tiempos de inestabilidad política y social de los años sesenta.
Las añoranzas de esas épocas son sólo parte de fábulas difundidas por los simpatizantes de los regímenes de fuerza.
En democracia se ha reducido a su mínima expresión en analfabetismo, los pisos de tierra, el hambre extrema y ha mejorado el promedio de vida, las atenciones sanitarias, los servicios públicos, el acceso a bienes y servicios clasemedieros.
Por eso los dominicanos debemos seguir apostando a mejorar nuestra institucionalidad, la calidad de nuestra democracia y la convivencia social.
Hemos avanzado mucho, pero cada escalón alcanzado nos pone como reto el peldaño siguiente.
Ahora estamos frente a la posibilidad de subir otro escalón.
Seguimos avanzando.
