Camino a los 60 años: inestabilidad en el poder
La avenida 30 de Mayo, desde el ahora denominado Centro de los Héroes hasta el Doce de Haina, es una parte urbanizada del Distrito Nacional, pero hace 65 años todo lo que había era una carretera, algunas instalaciones alejadas como la Feria Ganadera, y tal vez casas de campesinos.
En esta vía, junto al malecón, hay una plaza conmemorativa del 30 de mayo de 1961. Allí, aquel día pasadas las 10:00 p. m., mataron a Trujillo.
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A partir de entonces la sociedad dominicana empezó a fermentar y a estallar de manera esporádica. Los efectos inmediatos de aquel magnicidio se extendieron hasta el 19 de noviembre del 61, cuando la familia del tirano salió del país.
Joaquín Balaguer, que había estado gobernando con Ramfis Trujillo, quedó sólo en la cumbre de la Administración Pública y se mantuvo allí hasta los primeros días de enero, cuando pasó a compartir el mando en un Consejo de Gobierno establecido el 1 de enero del 62, compuesto por siete personas, que presidía, pero lo abandonó 16 días después para asilarse y salir al exilio como consecuencia de una huelga, el ametrallamiento de una multitud y el fracaso del golpe de mano del general Pedro Ramón Rodríguez Echavarría.
El Consejo de Estado fue modificado con la salida de Balaguer, el ingreso de dos y el paso del abogado Rafael F. Bonelly a la presidencia del órgano.
El 20 de enero de aquel año hubo elecciones y las ganó el Partido Revolucionario Dominicano, con Juan Bosch como candidato presidencial, quien asumió el Gobierno el 27 de febrero del 63.
Si le seguimos los pasos al poder encontramos que se había movido por estallidos de un hombre —el tirano— a una dupla compuesta por Balaguer y Ramfis, de estos a un colectivo de siete y de allí a otro colectivo de ocho miembros, el cual lo entregó de nuevo a un hombre, Bosch. Todo esto había ocurrido en menos de dos años, señal de una marcada inestabilidad política.
Desde enero del 62 había empezado a operar en el Gobierno lo que pudiéramos considerar una tuerca suelta dentro de un motor, con la llegada al país de John Bartlow Martin, quien presentó sus credenciales ante el Consejo de Estado encabezado por Bonelly.
Este peculiar diplomático se comportó como un gobernador —un procónsul, dicen algunos—, pero de esto hablaremos más adelante en estas notas sobre la guerra del 65.
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