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Cambios que nos afectarán a todos

Cambios que nos afectarán a todos
Roberto Marcallé Abreu

MANAGUA, Nicaragua. Los indicios son cada vez más claros y convincentes. La sociedad en que nos ha correspondido vivir, experimenta cambios tan drásticos como determinantes.

La pregunta es hasta dónde estamos preparados o nos estamos preparando para adaptarnos a una realidad definitivamente compleja, de muchas facetas y de muy dificultosa asimilación.

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La realidad se nos viene encima y es imperativo prepararse para las drásticas transformaciones que sufrirá o ya sufre la sociedad humana.

No se trata, exclusivamente, de las consecuencias que puedan derivarse de la confrontación militar entre la Federación Rusa y Ucrania, esta última apoyada por los países más poderosos de Occidente.

Esta guerra es una de sus manifestaciones. Paralelo a este hecho trágico y devastador resulta evidente una recomposición universal de grupos de naciones que, es ineludible, seguirán patrones de conducta radicalmente diferentes a los conocidos hasta ahora.

Una primera manifestación tiene que ver con las monedas de intercambio universal. De una sociedad en la que el dólar era, hasta hace muy poco, la moneda aceptada por todos, es evidente que existen nuevas y cambiantes realidades que señalan con toda claridad que este modelo está siendo afectado por diferentes patrones muy a tomar en cuenta.

¿Hasta dónde estamos preparados o nos estamos preparando para esta grave transformación que, se quiera o no, afectará a todo y a todos? Lo definitivamente cierto es que la sociedad humana está siendo objeto de graves trastornos a todos los niveles.

Esa es la razón por la que he insistido en que nuestras autoridades deben contratar a equipos de expertos para que analicen en profundidad el mundo que se avecina o que ya está tomando cuerpo a fin de ir preparando nuestras instituciones y a nuestros ciudadanos en el mejor de los sentidos posibles.

Lo que se nos figura como definitivamente cierto es que el mundo da sus primeros pasos en un nuevo y diferente estado de cosas que será cada vez más profundo y más extendido.

La diferencia radicará, entonces, entre aquellos que lograron prepararse para estas transformaciones o los que optaron por acomodarse a la espera de que los nuevos patrones penetraran por ósmosis a nuestra forma de vida y, por si solos, provocaran estos cambios en nuestras estructuras sociales, económicas, culturales, políticas e institucionales.

Los indicios señalan claramente que no será así. Que numerosos países quedarán rezagados o al margen y que esa inadaptación o ese atraso afectarán de manera muy grave su presente y su futuro, así como las perspectivas de avance en lo social y lo económico y en todos los órdenes concebibles.

Para quien observa con detenimiento la evolución de la sociedad humana es evidente que nos encontramos inmersos en un proceso de profundos cambios que, lo deseemos o no, afectarán seriamente a todos y a cada uno de los niños, mujeres y hombres que habitan este planeta.

Nada será igual a como lo conocemos, y no hay mejor evidencia que la creciente influencia de la “inteligencia artificial”, que va a transformar radicalmente las relaciones entre los seres humanos y la sociedad en que vivimos. El hombre pasará a otro estado de su evolución y ese trastornador evento provocará cambios insospechados en su interrelación con la sociedad.

La realidad geopolítica se encamina hacia drásticas innovaciones como resulta evidente para todos. Esta suma de cambios de las variables fundamentales de la vida contemporánea, atraerán a su vez alternativas desconocidas en las sociedades, la condición humana, la ciencia, la educación, la conducta, en la cultura.

Las evidencias de este salto evolutivo nunca figuran con plena claridad, pero sus variables son cada vez más evidentes. Debemos prepararnos a conciencia para estos nuevos tiempos, sus inéditas dificultades y graves desafíos.

Cuando se estudian las repercusiones de los cambios sociales profundos que está experimentando la humanidad, lo aconsejable es acercarse a los pensadores modernos y a los hombres de ciencia y estudiar a conciencia sus ideas y pronósticos. No hacerlo es correr el riesgo de estancarse en un primitivismo desfasado e inútil para comprender el mundo que se avecina a grandes pasos.

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