Los cambios mostrados por la secuencia censal ignorados

Los cambios mostrados por la secuencia censal han sido ignorados

Los cambios mostrados por la secuencia censal han sido ignorados

SANTO DOMINGO.-Será el jueves de esta semana cuando sean dados a conocer los primeros avances del censo de 2022, así que nos ocuparemos de los valores arrojados por dos estudios distanciados noventa años para el enfoque de los cambios en el pueblo dominicano ocurridos en un siglo.

La población total era en el de 1920 de 894 mil 665 habitantes, entre pobladores y algunos ciudadanos, así que de esta cifra 742 mil vivían en condición de ruralidad y 152 mil en pueblitos y por lo menos una ciudad, denominémosla así, Santo Domingo.

En 2010, de acuerdo con el Noveno Censo de Población y Vivienda, los dominicanos eran 9 millones 445 mil 281. En una cifra redonda, 9 millones 500 mil. ¿Y hoy, cuántos somos? ¡Pronto lo sabremos!
En el primero de los censos, el de 1920, la mayor parte de la población estaba emplazada en los campos (83.4 % frente a 16.6 % en los pueblos). Hace diez años la relación era 74.4 % urbano y 25.6 % rural.

Caminamos, pues, a la inversión del emplazamiento poblacional desde este punto de vista, que no es el único y ni siquiera el más importante de los aspectos demográficos revelados por un censo, pero sirve para avanzar puntos de vista sobre carencias administrativas desde el Estado, en el cual se ha vivido un proceso paralelo de retiro de élites y acceso de sectores otrora marginales, y la actitud de pobladores y ciudadanos, como si todavía permaneciera activa la piñata abierta tras el magnicidio de 1961.

La urbanidad
En 90 años a los campesinos se les ha visto llegar en masa a los pueblos y algunos campos han pasado, hoy día, a ser vistos bajo una nueva versión de lo urbano con la categoría de distritos municipales.

El campesino era, generalmente, analfabeto y aquel que sabía escribir su nombre y leer así fuera con dificultades un cartel en la calle pasó a ser un pueblerino carente de urbanidad por su baja escolaridad, por la particular educación hogareña, la carencia absoluta de cultura general y la incapacidad de los administradores del Estado para afrontar el presente y mirar el porvenir, no con angustia, sino con prevenciones.

Algunos de estos pobladores que hace 40 años eran campesinos, y sus hijos, conducen motocicletas, carros, yipetas, camiones y autobuses en calles y carreteras, contratan de forma bilateral y muchas veces hacen valer su carácter como argumento determinante por un roce de tránsito o una falta contractual.

Si hoy tenemos poblaciones con calles caóticas, barrios, multifamiliares y vecindarios en los cuales cuesta oírse al hablar por el ruido de una bachata, un mambo o un dembow, esto se debe a la carencia de urbanidad y a la ausencia de una escuela orientada a prevenir defectos de la inversión del emplazamiento hacia la que todavía camina el habitante dominicano.

A donde va la gente
Hace cien años la mayor parte de los pobladores dominicanos estaban emplazados en el Cibao y la banda norte. Pero esto ha cambiado.

Datos extraídos del censo de 2010 dejan ver que la mayor parte de la población, más del 46 por ciento, se hallaba emplazada entre Peravia, San Cristóbal, Santo Domingo, Monte Plata, San Pedro de Macorís y La Romana.

¿Por qué se había movido la gente a esta parte del país, que podemos denominar sureste? Porque el gobierno de la Ocupación (1916—24) construyó las carreteras ideadas en la administración de Ramón Cáceres, muerto el 19 de noviembre de 1911 en el Camino de Güibia en el aparente plan de un secuestro.

Pero también porque entre San Cristóbal, Santo Domingo, San Pedro de Macorís y La Romana fueron establecidos los principales centros industriales del país y porque en esa parte estaban las tierras del CEA. Y, desde luego, porque desde la aplicación de las políticas coercitivas y de control de los marines durante la Ocupación y luego con Trujillo, Santo Domingo pasó a ser el indiscutido centro político del país, a pesar del peso demográfico del Norte, Noroeste y el Cibao.

Un agravante
La población dominicana ha vivido un ascenso sostenido con un pico pronunciado en el decenio 50-60 del siglo pasado (3.6 %) y luego ha crecido a una tasa, primero equilibrada y luego recesiva en por lo menos dos períodos consecutivos.

El cambio también ha sido social, no sólo demográfico, y con ello ha salido a la luz una vieja tara, como en los días del establecimiento del capitalismo en el país, que la agroindustria de la caña y el azúcar debió importar trabajadores porque algunas tareas no eran del gusto del dominicano.

Entonces se podía atribuir a la política y sus formas, entre ellas la montonera, y a una naturaleza pródiga en frutas silvestres y la feracidad de la tierra, que con un pequeño conuco daba para una dieta así fuera monótona y frugal.

Ahora no. El dominicano realiza algunas tareas y otras no, y en las que rechaza está la justificación de la proliferación de haitianos, habitantes en su país y habitantes en Santo Domingo. Ciudadanos en ninguno de los dos países.

Y desde luego, la baja tasa de ciudadanos nativos e inmigrados agrava la falta de previsiones del Estado ante la marcada migración de los campos a los pueblos.

Encontrarse a un dominicano empujando en vía contraria un triciclo cargado de víveres le deja a cualquiera la ilusión de que ha sido entendido cuando se le dice que así no puede conducirse en la vía pública, pero cuando es un haitiano, puede haber entendido y se hace como si no oyera.

Dificultades

— En noviembre
En los primeros días de noviembre, cuando la Oficina Nacional de Estadísticas se preparaba para iniciar la aplicación del X Censo Nacional de Población y Vivienda, las dificultades surgían al parecer por arte de magia. El período de aplicación debió ser extendido.

La población crece, pero cae la tasa de natalidad
Ecuación. La tasa típica de crecimiento de la población dominicana puede ser establecida alrededor del 2.5 % (histórica). Sin embargo, a partir del decenio 70-80 se produce una caída importante, progresiva hasta el 1.2 %, ¿por qué?

La educación, urbanización de la población, migración, transformación del papel de la mujer inicialmente organizado en el hogar y en condición de dependencia, la exposición a los medios de comunicación y la utilización de medios de planificación familiar, ¿por qué? Es posible que la Administración haya dejado al Estado en manos de la Providencia.