Caiga quien caiga

Caiga quien caiga

Caiga quien caiga

Claudio Caamaño Vélez

El domingo 29 de noviembre quedará registrado como el día en que inició el fin de la impunidad.

En 16 años consecutivos en el poder, controlando el Estado de forma absoluta, se tiende a olvidar que es ser un simple ciudadano. Todos esos años dominando el Poder Ejecutivo, el Congreso, la justicia, la Cámara de Cuentas, etc.

Eran algo parecido a unos dioses, rodeados de sirvientes y lambones. Muchos de ellos hasta olvidaron qué es un semáforo o tener que pagar su propio combustible. Nunca pensaron en que algún día eso acabaría.

Antes no les daba vergüenza que les llamaran ladrones, ahora tampoco. Pero ahora sienten miedo.

No quieren ser señalados porque saben que ya no somos un grupo de “sin oficios” parados frente a OISOE o en cadenas humanas frente al Palacio, cuyas voces no llegaban dentro de sus oficinas ni sus mansiones, y que con una simple orden podían echar a bombazos y empujones.

Ahora hay una Procuraduría que no se queda viendo desde las aceras, sino que entra a sus casas y los saca esposados.

Ya ni siquiera los pactos políticos pueden salvarlos, pues a pesar de que su designación aun depende constitucionalmente del Presidente, sus actuaciones no están sujetas a la vieja costumbre de usar la justicia con fines políticos.

Que se preparen. Si tuvieron el valor para robar, tengan también valor para asumir las consecuencias. No sean cobardes.

Dentro del debido proceso, la más drástica de las sanciones. Pues como decía nuestro patricio Juan Pablo Duarte: “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones”.



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