Recientemente critiqué el mal inglés de un intérprete del presidente Medina al hacer una presentación ante el líder chino Xi Jinping durante su reciente visita allá.
El nuevo relieve de la diplomacia dominicana, con asiento y venidera presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU, aparte del liderazgo económico regional, obliga a cuidar la calidad de nuestros representantes diplomáticos, consulares y comerciales.
Por ello me alegró mucho el decreto 432-18 que fija exigencias o aptitudes para los jefes de misiones y otros puestos relevantes del servicio exterior.
En lo adelante, estos deberán dominar el inglés, poseer grado universitario en economía, mercadotecnia, negocios internacionales o carreras afines, conocimientos de informática, gestión de proyectos, negociación y buena comunicación.
Es inconcebible que haya hoy algún embajador o cónsul cuyo currículum exhiba baches en estas básicas destrezas y competencias.
Al reglamentar la aplicación del decreto, la Cancillería quizás pueda usar el modelo estadounidense (o el chino) que obliga a los aspirantes al servicio exterior a aprobar un examen escrito y oral, como con nuestra judicatura.