Syarifuddin y sus amigos no hicieron caso a la antigua leyenda de que no podían entrar al lago Lempake, Indonesia, a bañarse desnudos.
Ellos entraron y uno fue devorado por un gigantesco cocodrilo.
Tras llamar a la policía para que buscara el cadáver y no encontrarlo optaron por un brujo, quien llegó al lugar y le ordenó al cocodrilo regresarlo y el animal a pocas horas apareció empujando al hombre muerto.