El año pasado Britney Spears compró una casa en California, al lado de la casa donde viven sus hijos Sean Preston y Jayden James con su padre Kevin Federline. La cantante pagó casi US$12 millones por la propiedad con el único deseo de estar más cerca de los adolescentes y poder verlos más a menudo.
Pero al ver que las cosas no funcionaron se mudó a otro lugar.