Breve historia del postulante le prometieron suplencia JCE

Breve historia del postulante le prometieron suplencia JCE

Breve historia del postulante le prometieron suplencia JCE

Periodista Luis García

El Senado de la República se apresta a la culminación del proceso de escogencia de los nuevos miembros, titulares y suplentes, de la Junta Central Electoral (JCE), en el que concurrieron más de 300 postulantes; esta vez, no solo profesionales del derecho, sino, también, de otras profesiones.

Largas jornadas de trabajo por parte de la comisión especial de senadores encargada de tan seria responsabilidad, con el soporte de un equipo multidisciplinario, se han llevado a cabo en las últimas seis semanas.

En las entrevistas a los candidatos se vio de todo, desde excelentes exposiciones, hasta otras cuyos ponentes carecieron de la más mínima idea de las funciones que desempeñarían, en el caso de ser seleccionados a formar parte del máximo órgano electoral.

Algunos de ellos se presentaron esperanzados de que serán beneficiados por “default”, bajo su convencimiento de que la selección se hará fuera de la Cámara Alta, especialmente en el Palacio Nacional, y que la tarea del pleno senatorial sería, pura y simplemente, dar viso de legalidad a la lista de señalados que provenga de determinadas esferas del poder.

En esta misma palestra se han difundido los nombres de preferidos de dirigentes de agrupaciones políticas.

Uno de esos casos parece estar configurado en el abogado santiagués Juan Guillermo Franco Díaz, una reconocida personalidad del ejercicio del derecho en la Hidalga de los 30 Caballeros. Llama a atención, porque su inscripción habría obedecido al interés que tiene de ser suplente de quien resulte presidente de la JCE. A él no se le conocen apuros económicos, sino todo lo contrario.

Formó parte del bufete de abogados del extinto expresidente Salvador Jorge Blanco, en cuya administración gubernamental ocupó puestos diplomáticos del más alto nivel en Europa, entre los años 1982 y 1986.

Resulta obvio que, hace algunas décadas, Franco Díaz observara corretear en las oficinas al hoy dirigente del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Orlando Jorge Mera, dado el hecho de ser vástago de su socio profesional. Por tal motivo, le era fácil que el funcionario ahora le sirviera para comunicar su mensaje al presidente Luis Abinader: “De Usted solo quiero que me apoye para ser suplente del presidente de la Junta Central Electoral”.

En el hipotético caso de que, ciertamente, le sea cumplida la promesa, si la hubo, la decepción vendría cuando se entere de que a los suplentes se les invisibiliza en el órgano electoral; por lo menos, así sucedió durante la actual gestión encabezada por Julio César Castaños Guzmán.

En el contexto actual, no todo el mundo puede formar parte de la JCE, y eso debe saberlo el liderato político nacional, que será determinante en la estructuración del órgano creado en 1923.

Los seleccionados habrán de caracterizarse por poseer un alto grado de inteligencia emocional y estabilidad mental para tiempos de pandemia, a partir de la visión del intelectual israelí Yuval Noah Harari, que ha filosofado acerca de la cotidianidad humana en el futuro inmediato del planeta

Contrario al político, que procura el éxito de control de las estructuras de poder mediante el convencimiento y la persuasión, la autoridad electoral lo hace en silencio. La complejidad de la gestión electoral provoca que sea una tarea sea más difícil de lo que aparenta.

Ojalá que el Senado de la República actúe con la sabiduría necesaria en la estructuración de una JCE en coyuntura difícil, conforme al interés nacional, a fin de que luego no tenga que arrepentirse.

¡Alea iacta est! O lo que es lo mismo, la suerte está echada.



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