Cuando la economía de Brasil cayó en recesión en el primer semestre de 2014, el Banco Central eliminó 70.000 millones de reales de reservas y requisitos de capital para acelerar el crecimiento del crédito, que se desaceleró en julio a 11 por ciento anual, el nivel más bajo desde 2004.
Con la colaboración de los bancos, esas medidas podrían incrementar los préstamos en hasta 310.000 millones de reales, de acuerdo con los datos que reunió Bloomberg, lo que daría un espaldarazo a la presidente Dilma Rousseff antes de las elecciones nacionales del mes que viene.
Los bancos se resisten, incluso en medio de fuertes incentivos por parte del gobierno para que se sumen.