Brasil se distancia de EE.UU. y fortalece vínculos con China, Rusia e Irán

Lula da Silva avanzó en acuerdos sobre energía nuclear, inteligencia artificial y el sector aeroespacial, que aumentaron la tensión geopolítica con Estados Unidos. Trump dijo que aplicará fuertes aranceles
A pesar de la ausencia en la cumbre del bloque BRICS de Xi Jinping y Vladimir Putin, que se limitó a intervenir por videoconferencia, el peso de China y Rusia, sobre el que se cierne la sombra de Irán, fue muy fuerte, sobre todo en lo que respecta a las relaciones con el país anfitrión, Brasil. Al margen de la cumbre, el Gobierno de Lula reforzó sus alianzas y firmó acuerdos con los dos regímenes.
De ahí las duras reacciones de Donald Trump, que ayer anunció aranceles del 50% sobre todos los productos brasileños importados por Estados Unidos. “Brasil no ha sido bueno para nosotros, nada bueno”, dijo poco antes a los periodistas durante un evento con los líderes de África Occidental en la Casa Blanca.
En cuanto a las relaciones con Moscú, el Gobierno brasileño no se opuso al texto de la declaración final, en la que no se condena a Rusia, sino a Ucrania, por los ataques contra puentes e infraestructuras ferroviarias rusas que tuvieron lugar a principios de junio y que Kiev reivindicó en parte. Y solo el martes se retiró el vídeo publicado en las redes sociales gubernamentales para promover el papel de liderazgo de Brasil en la cumbre del BRICS.
El vídeo mostraba las regiones orientales y meridionales de Ucrania, disputadas con Moscú, coloreadas con los colores de la bandera rusa, y Taiwán con los de la bandera china.
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Pero más allá de los símbolos, lo que ha suscitado debate es la propuesta, unos días antes de la cumbre, de la empresa estatal rusa de energía nuclear Rosatom de vender a Brasil reactores nucleares flotantes basados en la tecnología SMR (Small Modular Reactor), para suministrar energía a regiones remotas de la Amazonia.
La instalación de centrales nucleares en barcazas en la Amazonia, una zona frágil y carente de infraestructuras reguladoras adecuadas, es considerada por muchos ecologistas como un grave peligro. Rosatom ya gestiona un proyecto similar, el “Akademik Lomonosov”, apodado “Chernóbil flotante” por ONG y activistas. Además, Brasil no cuenta con un marco legal nacional para gestionar reactores flotantes, ni con los recursos para supervisar zonas aisladas propensas a la delincuencia medioambiental. Por último, los costes previstos son vagos. La única planta flotante rusa ha duplicado el presupuesto inicial (de 340 a 870 millones de dólares), mientras que en Brasil, el sector nuclear ya ha sufrido escándalos relacionados con la corrupción, como ocurrió con la construcción de la tercera central nuclear de Brasil, Angra 3.
El eje Fico-Fiol (Ferrocarril de Integración Centro-Oeste y Oeste-Este) será la columna vertebral del nuevo corredor. La licitación para este tramo está prevista para la primera mitad de 2026.
El mapeo de las rutas bioceánicas está dirigido por el Ministerio de Planificación y su ministra, Simone Tebet. Según Tebet, el interés chino por los ferrocarriles brasileños fue confirmado por el presidente Xi Jinping durante su reunión con Lula el pasado mes de mayo en Pekín. De hecho, el proyecto permite a China acortar los tiempos de exportación a su país de los productos brasileños, principal socio comercial del país asiático en la región.
No faltan las críticas en el frente latinoamericano. Las infraestructuras chinas en América Latina se han hecho tristemente famosas en muchos casos porque, además de causar daños medioambientales, se han interrumpido o incluso se han construido mal, como ocurrió, por ejemplo, con la presa de Coca Codo Sinclair, construida en Ecuador por la empresa estatal china Sinohydro con un préstamo de más de 2.000 millones de dólares, que Ecuador está reembolsando principalmente con exportaciones de petróleo. Más de 7.000 grietas han aparecido en las tuberías y otras partes críticas de la presa.

En el marco de la reducción de las distancias para la rápida exportación a China, Brasil también tiene la intención de construir un nuevo corredor vial para conectar, antes de 2026, los puertos brasileños de Santos, Paranaguá, São Francisco do Sul e Itajaí con los chilenos de Iquique, Mejillones y Antofagasta. La inversión prevista es de 19.000 millones de reales (3.403 millones de dólares). El proyecto ha sido objeto de críticas. Un estudio de la Asociación Nacional de Exportadores de Cereales (Anec) ha denunciado que el transporte por carretera representa hasta el 75% del coste total de la exportación de soja a Asia. Además, el cruce de los Andes y los trámites aduaneros en varias fronteras pueden aumentar los costes y los tiempos logísticos.
La relación entre China y Brasil es cada vez más estrecha, no solo por tierra, sino también en el espacio. A mediados de junio partió de Tianjin para llegar a mediados de agosto al estado de Paraíba, en el noreste de Brasil, un radiotelescopio del tamaño de una piscina olímpica, en el marco del proyecto de cooperación espacial entre los dos países denominado BINGO. Una vez completado en 2026, será uno de los radiotelescopios más grandes de América Latina, destinado a estudiar la energía oscura y la estructura a macroescala del universo.
Aunque el proyecto BINGO se presenta como una misión puramente científica, la naturaleza de la infraestructura y la participación en el proyecto de China Electronics Technology Group Corporation (CETC) suscitan preocupación por posibles usos militares y actividades de espionaje, como ocurrió también con el Observatorio Radioastronómico Chino de Neuquén en Argentina.
Recordemos que CETC está bajo vigilancia internacional por sus vínculos con el Ejército Popular de Liberación (EPL), es decir, las fuerzas armadas de la República Popular China.
“Llevar a cabo un estudio de viabilidad para la construcción de cables submarinos que conecten directamente a los miembros de los BRICS aumentará la velocidad, la seguridad y la soberanía en el intercambio de datos”, dijo durante su discurso en la segunda sesión plenaria de la cumbre. Según el Gobierno brasileño, el estudio será financiado por el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), conocido como Banco BRICS.
El tema es muy delicado, ya que la ciudad brasileña de Fortaleza, en el estado de Ceará, es uno de los principales centros mundiales de telecomunicaciones. Por allí pasan cables submarinos que conectan América con Europa y África. Según los expertos, una red exclusiva de los países BRICS podría suponer una amenaza para la seguridad mundial, ya que en el bloque figuran regímenes autoritarios como Rusia, China e Irán. La propuesta de Lula fue acogida por el bloque, que la incluyó en la declaración final. “Acogemos con satisfacción la propuesta brasileña”, se lee en el texto.

Y si en la declaración final se dedicó un amplio espacio al tema de la inteligencia artificial, que según Lula “no puede convertirse en privilegio de unos pocos países, ni en herramienta de manipulación en manos de multimillonarios”, Brasil presentó precisamente durante la cumbre la nueva asociación con Pekín en este sector.
El acuerdo firmado permitirá a Pekín desarrollar la inteligencia artificial en la agricultura brasileña. El primer proyecto será la creación de un laboratorio conjunto entre el Instituto Nacional del Semiárido (Insa) y la Universidad Agrícola de China, centrado en la agricultura familiar en las regiones semiáridas de Brasil. El objetivo es integrar la IA en las pequeñas explotaciones agrícolas para mejorar la vigilancia medioambiental y la calidad del suelo, en particular en el Sertão, una de las zonas semiáridas más pobladas del mundo. El acuerdo forma parte de una asociación más amplia firmada durante la visita de Lula a Pekín para la Transferencia Tecnológica entre Brasil y China, con la creación del Centro de Transferencia Tecnológica China-Brasil, presentado por las partes interesadas como “una plataforma binacional para el intercambio tecnológico”.
Sin embargo, los riesgos son elevados. Según un informe del think tank estadounidense Freedom House titulado “El poder represivo de la inteligencia artificial”, la inteligencia artificial china se caracteriza por algoritmos opacos, a menudo desarrollados sin transparencia ni garantías sobre el uso de los datos o la protección de la privacidad. Además, organizaciones no gubernamentales de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado en repetidas ocasiones el uso de la IA china para actividades de represión y vigilancia. Por no hablar del dumping tecnológico, es decir, cómo la estrategia de Pekín pretende crear dependencia de las tecnologías de IA chinas y asfixiar a la industria nacional con prácticas de competencia desleal y la difusión de tecnologías subvencionadas. Los riesgos también están relacionados con la seguridad nacional, ya que se sospecha que muchas empresas tecnológicas chinas introducen en los dispositivos que venden en el extranjero las llamadas puertas traseras, es decir, accesos ocultos que facilitan el espionaje.
Como declaró el propio primer ministro chino, Li Qiang, al margen de la cumbre del BRICS durante la reunión con las principales empresas chinas ya instaladas en Brasil, el gigante latinoamericano sigue siendo una “plataforma estratégica” para Pekín. “Debemos cultivar a fondo el mercado local, ofrecer a los consumidores productos y servicios más populares y utilizar Brasil como plataforma para expandir el mercado latinoamericano en general, con el objetivo de lograr un mayor desarrollo”, afirmó.
Entre las empresas chinas presentes se encontraban la estatal State Grid, que gestiona parte de las redes de transmisión en Brasil, la empresa automovilística GMW y Dahua Technology, sancionada por Ucrania como “patrocinadora internacional de la guerra, ya que suministra a Rusia productos militares como drones, cámaras termográficas y armas antidrones”.
Para explicar cómo Brasil ha acabado en el punto de mira comercial de Estados Unidos, quizá también hayan influido los documentos exclusivos publicados pocos días antes de la cumbre del BRICS por Wiki Iran, una plataforma de código abierto que publica documentos clasificados y no clasificados sobre el régimen de los ayatolás. Los documentos revelados antes de la cumbre desvelaron la existencia de una red comercial secreta que conecta los intereses del Estado iraní con socios internacionales para eludir las sanciones. En el centro de las revelaciones se encuentran Sepehr Energy Jahan (SEJ), el brazo comercial de las Fuerzas Armadas iraníes, y un empresario brasileño.

Los documentos revelan cómo SEJ utilizó empresas ficticias para exportar secretamente petróleo iraní, falsamente etiquetado como procedente de los Emiratos Árabes Unidos, a mercados extranjeros como Brasil. Recordemos que el petróleo también une a China, Irán y Rusia, siendo China el comprador de aproximadamente el 90% del petróleo iraní y Rusia la responsable de la llamada “flota fantasma”, compuesta por cientos de petroleros antiguos con pabellones de conveniencia, utilizados para transportar petróleo iraní y ruso eludiendo las sanciones internacionales.
Según fuentes de Reuters y FinCen (Financial Crimes Enforcement Network), es decir, la Oficina de Lucha contra los Delitos Financieros del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, la flota fantasma rusa ha gestionado más del setenta por ciento del tráfico marítimo de crudo del Kremlin y ha ofrecido sus canales también a Irán.
Fuente: Infobae