Si bien Norteamérica sigue siendo el mercado más influyente del planeta, el crecimiento exponencial chino avanza sin descanso por reducir la capacidad geopolítica del Tío Sam en Latinoamérica.
Pero contrario a los estadounidenses, en vez de enfrentar a las potencia emergentes, como Brasil, los chinos apuestan a las alianzas estratégicas.
Lo hacen en un momento en que la potencia suramericana lanza su poderío productivo al escenario mundial desde múltiples frentes: desde la industria de innovación hasta las exportaciones agrícolas y energéticas, pasando por su papel clave en BRICS.
A partir de 2024, la economía de la “isla de Veracruz” de Pedro Álvares Cabral, hoy liderada por Lula da Silva, llegó a ser la tercera más grande de América en términos nominales y la segunda en paridad de poder adquisitivo.
Registró un crecimiento del 3.4 %, el mayor desde 2021. Y para 2025 se proyecta un 2.2 %, impulsada por los servicios, la agropecuaria y el ascenso exportador, tanto en materias primas como en productos industriales y agrícolas.
Además de ser un actor clave en el mercado global de granos, como soja y maíz, estudios confirman que su producción afecta dinámicas de precios internacionales, incluyendo la del mercado estadounidense.
Su participación en BRICS le otorga prestigio y acceso a nuevos mercados, y según análisis recientes, los países del bloque, liderados en parte por esta, alcanzaron un crecimiento que supera el promedio global.
Esto le brinda la oportunidad a Brasil de actuar como centro de industrialización regional y acceder a cadenas de valor que antes estaban controladas por otros mercados.
Un nuevo referente ante el resto de los países, pequeños y dependientes, de los alrededores.
Según expertos, la creciente fortaleza económica está provocando que otros países redefinan alianzas, diversifiquen mercados y refuercen su competitividad para evitar quedar rezagados.
Este repunte tiene implicaciones importantes para América Latina y obviamente provoca recelos entre las dos grandes superpotencias, Estados Unidos y China.
Pero la mirada del tigre asiático está puesta en las alianzas.
“Si podemos crear riqueza juntos, ¿para qué enfrentarnos?” diría el legendario imperio desde su increíble y demostrada visión mercantil.