Bienvenido, Jorge Iván

Bienvenido, Jorge Iván

Bienvenido, Jorge Iván

Rafael Chaljub Mejìa

No sé si la tierra seguirá girando, se apagará el incendio en la Amazonia, o se van a caer los precios del petróleo en los mercados internacionales, pero esta es algo de demasiada trascendencia. Ha nacido Jorge Iván y ahora doña Dulce y yo somos dos venerables bisabuelos.

Yo había ofrecido veinte mil pesos al nieto que me trajera ese bisnieto, siempre que fuera antes de yo cumplir los setenta años.

El premio quedó desierto, y ahora, mi primer nieto, Jorge Miguel, hijo primogénito de Juan Miguel, hace la hazaña, y aunque ya tengo setenta y siete, le entregué el premio prometido.

Bienvenido, Jorge Iván, y felicitaciones por tu valentía de venir a un mundo tan difícil como este. Pero, empantalónese y dele duro a los problemas que esta vida le presente. Mucho corazón para dar amor, especialmente a las mujeres.

Trabajo, estudio, lucha y apego a los buenos principios son las normas a las cuales debe usted atenerse y lo demás será siempre lo de menos.

La familia que doña Dulce y yo encabezamos está de regocijo, lo mismo que la de Sheyla, madre de la criatura, con doña Aridia a la cabeza.

Como el padre es Chaljub y Sheyla Mejía, Jorge Iván se encargará de prolongar el Chaljub Mejía más allá de los cinco hermanos que llevamos esos apellidos. De fiesta, el nuevo abuelo Juan Miguel, igualmente doña Máxima, ahora también bisabuela, don Sergio, y la nueva abuelita Ondina, madre de Jorge Miguel.

Todos estamos ante la cuna del recién llegado y él, con cuadre de futuro presidente, de lo más sereno, como si tratara de orientarse antes de emprender la marcha por las sendas complejas de la vida.

Todo esto tiene su importancia. Sobrevivir a tantos avatares y llegar a bisabuelo debe celebrarse.

Las gracias a Jorge Iván, porque viene a confirmarme tal vez lo único, que puedo reclamar como credencial de mérito, la constancia en los ideales que abracé desde muy joven.

Por ellos comencé la lucha casi un niño y en ese afán me empezaron a ver mis padres; después me hice padre, y en la misma batalla me empezaron a ver mis hijos; mis hijos me hicieron abuelo y entonces me empezaron a ver mis nietos; y ahora, en la misma lucha y sin cansarme me empiezan a ver mis bisnietos. Bienvenido, Jorge Iván. y que vengan más.



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