Existe gran expectativa sobre cambios migratorios con la toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos Joe Biden.
Se especula que los inmigrantes indocumentados que hayan vivido en Estados Unidos hasta el 1 de enero de 2021 tendrían un plazo de cinco años para obtener una tarjeta de residencia permanente, si no tienen antecedentes penales, pagan impuestos y cumplen con otros requerimientos básicos.
Luego les quedaría un trayecto de tres años más para naturalizarse.
En el caso de los “dreamers”, que son los jóvenes que llegaron a Estados Unidos de manera ilegal siendo niños y están amparados bajo el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), los trabajadores agrícolas y las personas bajo el Estatus de Protección Temporal (TPS), podrían calificar para obtener la tarjeta de residencia permanente si están trabajando, estudiando o cumplen con otros requisitos.
Según la nueva vicepresidenta, Kamala Harris, el gobierno va a reconocer y agradecer a los más de 200,000 “dreamers” que han sido trabajadores fundamentales durante la pandemia del COVID-19. Además, la nueva administración extenderá por cuatro años más el programa DACA, el cual a principios de diciembre recibió el apoyo de un juez federal de Nueva York, quien ordenó restaurarlo en su totalidad
El proyecto de ley constituiría uno de los mayores esfuerzos para conceder estatus legal a inmigrantes desde 1986, cuando el presidente Ronald Reagan regularizó a casi 3 millones de personas.
No se ha precisado qué tan rápido se podrían implementar las medidas que el nuevo presidente ha prometido. Otras prioridades como la crisis de salud, la economía y el posible juicio político al presidente saliente, podrían retrasar las propuestas. Lo que sí está claro es que habrá cambios en materia migratoria y se espera que sean favorables.