La lactancia materna es un proceso natural a través del cual la madre crea los primeros vínculos afectivos con su recién nacido.
La leche materna contiene todos los nutrientes que necesita el bebé: agua, minerales, vitaminas, proteínas, hormonas y enzimas que aumentan las defensas de su sistema inmunológico, haciéndolo más resistente a infecciones y enfermedades. Al amamantar se dan varias situaciones, como el mantener al RN cerca de su pecho, abrazarlo y mirarlo, que producen en el una sensación de seguridad que necesita.
Esa cercanía física que aporta, además, amor y protección que necesita tanto como los nutrientes de la leche materna, pues viene de ese ambiente del útero materno y necesita sentirse igual de protegido después de salir al mundo exterior.
El vínculo que se crea al dar el pecho a los hijos no solo es importante en esa etapa, también para la vida futura de los niños. Influye en que el niño sea seguro, estable e independiente. Le aporta sentimientos de amor, cariño, tranquilidad, paz y sosiego.
La lactancia fortalece la unión entre madre e hijo a través de la oxitocina, hormona responsable de la eyección o salida de la leche y que provoca el apego de la madre al hijo.
También se transmite a la criatura, la calma que provoca en la madre la producción de endorfinas (hormona relacionada con el bienestar y la felicidad) que se genera cuando el niño succiona el pezón de la madre.
La lactancia materna beneficia tanto a los hijos como a la madre.