Por Eymi Silvestre
SANTO DOMINGO.-Las medidas de políticas monetarias que el Banco Central implementó a raíz de la pandemia del Covid-19, empezaron a dar resultados debido a que el sistema financiero ha comenzado a reaccionar gradualmente a las tasas de interés y al crecimiento del medio circulante en torno al 20% al cierre del 2021, adyacente con el crecimiento nominal del Producto Interno Bruto (PIB).
Los pronósticos de la entidad bancaria indican que el escenario activo de transmisión de la política monetaria continuará operando durante los próximos meses, coadyuvante a la convergencia gradual de la inflación al rango meta durante el horizonte de política.
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De acuerdo al artículo «Tasa de política monetaria: principal herramienta de los bancos centrales», publicado por el BCRD en su portal Página Abierta, explica que el ente emisor ha incrementado su TPM en 200 puntos básicos entre los meses noviembre de 2021 y enero de 2022, con lo que se ubica en 5.00% anual.
De la misma manera expuso que se ha logrado reducir de forma significativa el excedente de liquidez del sistema financiero, principalmente a través de operaciones de mercado abierto.
«Es importante destacar que estas medidas han sido adoptadas de manera preventiva, con el objetivo de mantener ancladas las expectativas de los agentes económicos y para evitar un potencial sobrecalentamiento de la economía que pudiese provocar presiones inflacionarias adicionales y un desequilibrio macroeconómico interno», aclaró el Banco Central.
Ahora bien, el Banco Central explicó que a pesar de los desafíos provenientes a lo internacional, la economía dominicana seguirá mostrando su capacidad de resiliencia, al proyectarse un crecimiento del PIB entre 5.5% y 6.0% para este año 2022, apoyado en el impulso que viene mostrando la demanda interna, la recuperación del turismo, los elevados flujos de Inversión Extranjera Directa y la dinamización de la inversión pública.
Asimismo, se prevé que los fundamentos macroeconómicos se mantengan fuertes, con bajos déficits de cuenta corriente (en torno a 2.5 % del PIB) y fiscal (3.0 % del PIB), en un contexto de estabilidad relativa del tipo de cambio.