DAMASCO.-El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió este domingo al presidente sirio Bashar al Asad que «deje de matar a su pueblo», el mismo día en que el régimen de Damasco decretó una «amnistía general» por los «crímenes» cometidos desde el inicio de la revuelta popular.
El sábado, el emir de Catar se mostró favorable al envío de tropas árabes a Siria para «poner fin a la matanza», en la primera vez que un dirigente árabe defendía una iniciativa como ésta.
«Hoy, repito al presidente sirio Asad: ponga fin a la violencia, deje de matar a sus compatriotas, la represión no conduce a ninguna parte», afirmó Ban desde Beirut, donde participa en una conferencia de la ONU sobre democracia en los países árabes, junto a numerosas personalidades árabes e internacionales.
«Quien ejerce el poder usando la fuerza corre a su perdición, y acaba siendo abandonado por su pueblo», añadió Ban, citando al célebre filósofo árabe del siglo XIV, Ibn Jaldún.
«Debemos borrar (…) la idea peligrosa de que la seguridad es de alguna manera más importante que los Derechos Humanos», reiteró.
El jefe de la ONU, en visita a Líbano de tres días, afirmó el sábado que la crisis en Siria –donde la represión dejó más de 5.000 muertos según Naciones Unidas– toma un «cariz peligroso».
Sometido a una presión internacional cada vez mayor, el presidente sirio promulgó este domingo «una amnistía general para los crímenes cometidos durante los acontecimientos (ocurridos) entre el 15 de marzo de 2011 y el 15 de enero de 2012», anunció la agencia oficial siria SANA, sin más precisiones.
Las autoridades sirias no reconocen la magnitud de la revuelta y acusan a «grupos armados» de generar el caos, y a los países occidentales de urdir un «complot» contra Siria.
Es la tercera vez que el régimen anuncia una amnistía desde el inicio las protestas.
Las autoridades anunciaron las pasadas semanas la liberación de miles de personas «implicadas en los acontecimientos y que no tienen sangre en las manos».
Estas excarcelaciones constituyen uno de los cuatro puntos del plan de salida de la crisis propuesto por la Liga Árabe y aceptado oficialmente por Siria. El plan prevé también el fin de la violencia, la retirada del ejército de las ciudades y la libre circulación de la prensa y de los observadores de la Liga Árabe.
Estos observadores llegaron a Siria el pasado 26 de diciembre, pero la violencia no acabó y más de 400 personas murieron por la represión de las protestas desde la llegada de la misión.
El jefe de la Liga Árabe, Nabil al Arabi, declaró el sábado a la AFP que la misión de los observadores será «reexaminada» en una reunión que se celebrará el 21 de enero en El Cairo, sin precisar si insinuaba una retirada de la misión o si se refería a reorganizarla para hacerla más efectiva.
La oposición siria desea que la Liga Árabe, incapaz de proteger a los civiles, ceda el caso a la ONU.
El jefe de la diplomacia francesa, Alain Juppé, declaró este domingo desde Birmania que el silencio del Consejo de Seguridad de la ONU en el tema de Siria era «intolerable». «La masacre continúa, el silencio del Consejo de Seguridad también. Esta situación se convierte en intolerable», criticó.
Estados Unidos, por su parte, acusó a Irán de proveer de armas al régimen de Damasco para reprimir las protestas.
Un buque ruso que, según la prensa de este país, podría transportar hasta 60 toneladas de armas y equipos militares, llegó al puerto sirio de Tartus «entre el 11 y el 12 de enero», afirmó el sábado a la AFP el experto marítimo Mijail Voitenko.
En una entrevista al canal Sky News, el jefe de la diplomacia británica, William Haghe, aseguró que las potencias occidentales no tienen planes inmediatos para una intervención militar en Siria.
Preguntado si era viable la instauración de una zona de exclusión aérea, como se hizo en Libia, Hague aseguró que «no hay posibilidades serias» de una resolución de la ONU en este aspecto y que una medida así sólo sería efectiva acompañada de otras iniciativas.
En Siria, seis obreros murieron y otros 16 resultaron heridos este domingo por la explosión de una bomba colocada por «un grupo terrorista armado» en una carretera a Idleb (noroeste) que estalló al paso del minibús en el que viajaban las víctimas, informó la agencia oficial SANA.