
Ha sido oportuna la defensa del presidente Abinader de sus notables éxitos en sus primeros cinco años. Así como entre gitanos no se leen las suertes, son poco creíbles las descalificaciones de las estadísticas oficiales entre líderes políticos dominicanos.
Validadas por entidades internacionales, las cifras sobre mejoras de muchas métricas socioeconómicas son innegablemente auspiciosas. De 2019 a 2024, el PIB per capita creció mas de 34 %, de US$8,693 a US$11,541. El Banco Central ha gerenciado exitosamente la estabilidad.
El turismo creció 48 %. Nuestra Cancillería brilla defendiendo el interés nacional. La agropecuaria e industria locales mantuvieron al país abastecido durante la pandemia y crisis por la guerra de Ucrania; la exportación de huevos se quintuplicó. La expectativa de vida pasó de 73 a 75 años y la mortalidad infantil bajó de 21 a 16 por mil nacidos vivos.
Se afiliaron 2.5 millones de personas a la seguridad social, aunque el subsidio crea otro problema. Es excelente el saneamiento inmobiliario, dando títulos registrados a más de 500,000 nuevos propietarios. El déficit habitacional bajó 5 % y en igual proporción subió hasta 87 % el acceso a agua potable.
La reforma policial avanza lentamente mientras el caos del tránsito aumenta velozmente. Aunque el sentimiento popular no lo refleje, la tasa de homicidios bajó de 23.4 por 100,000 habitantes en 2012 a 8.3 en 2025. Menos brillantes han sido la inversión extranjera directa, por US$4,500 millones, y las exportaciones, muy por debajo de su potencial.
Pese a aumentos del salario mínimo, la calidad y cantidad de empleos privados debió aumentar más, lo cual no aparenta que estimulará el nuevo Código Laboral. La educación pública básica sigue dando vergüenza pese a recientes mejoras.
Dos talones de Aquiles del Gobierno han sido el continuado e impune fracaso flagrante de las EDE con su impacto fatal en la economía y los deficit por necesidad de reformular el gasto público. Es penoso que la minería siga estancada considerando su potencial.
En resumen, estamos mucho mejor de lo que alega la oposición pero pudiéramos estar muchísimo “más mejor” con menos estatismo y más estímulos al sector privado para acelerar el desarrollo. El balance de este lustro es muy favorable para el presidente Abinader.