Las operaciones de las autoridades policiales para esclarecer en unos pocos días casos recientes debieran ser un buen disuasivo para ladrones y asaltantes.
En dos atracos, uno ocurrido el día 24 de mayo en una sucursal de Banreservas en La Barranquita, de Santiago, y el otro el día 3 de junio, en una sucursal del Banco Popular, participaron bandas armadas.
Esto lleva implícito planificación, coordinación y liderazgo, porque no es posible lanzar una acción de este tipo contra una entidad bancaria sin la preparación de los pasos a dar de principio a fin.
Los objetivos, el robo, fueron alcanzados, pero igual los investigadores policiales los resolvieron en poco tiempo, a pesar de que dos ladrones identificados en Santiago todavía están prófugos.
De los que se involucraron en el asalto a la sucursal bancaria en el Distrito Nacional, dos fueron muertos, dos se encuentran sometidos al control de un tribunal de atención permanente y un quinto se entregó ayer.
Para todos, incluida la gente que se esfuerza en vivir con el debido respeto ante los derechos y los bienes de los demás, lo mismo que para aquellos que han escogido el camino equivocado, debe de haber quedado claro, en un lapso de no más de diez días, que acciones como las que ahora comentamos no son posibles con impunidad.
En algunos círculos, sin embargo, ha tomado cuerpo una corriente de opinión sobre un eventual exceso de la Policía, que ha referido supuestas refriegas que le costaron la vida a dos de los buscados por el último de estos asaltos.
Si se demuestra que ha habido ejecuciones, nos hallamos ante un hecho bochornoso, sin duda. En todo caso, son bajas indeseadas.
Otros, en cambio, han optado por identificarse con las víctimas de los asaltantes en Santiago, donde murió una persona, y con los la Capital, donde varios clientes, empleados bancarios y personal de seguridad, tuvieron la vida en un hilo y es posible que deban someterse a cuidados especializados de salud.
Estas también son bajas y el tiempo dirá si podrán superar el mal momento.
