Hemos elogiado que en los últimos días se han creado una serie de escenarios donde los candidatos presidenciales han podido debatir y exponer sus ideas para ofrecerle al electorado herramientas útiles que le permitan tomar una decisión inteligente el día de las elecciones.
Sin embargo, en torno a esos mismos candidatos hay una gran cantidad de personas que han abrazado la diatriba, la ofensa y la desinformación como armas de uso cotidiano que disparan incesantemente como si tuvieran una ametralladora de estiércol.
Tristemente, los que hoy se dedican a eso no quedarán descalificados después de las elecciones porque carecen de la dignidad para avergonzarse y se aprovechan de la benevolencia de la población que perdona casi cualquier tipo de culpa.
Sobre los hombros de esos y de quienes “los dejan hacer” descansará la responsabilidad de cualquier situación engorrosa durante la campaña, porque cada día mellan el clima de civismo que ha caracterizado el accionar de la población.
Toca al liderazgo social y a los políticos sensatos relegar a esas nefastas figuras que han encontrado en los medios digitales y las redes sociales un nicho incontrolable.
En este proceso electoral la desinformación a la que ellos recurren con insistencia daña la democracia y puede crear un ambiente de confrontación y violencia que forma parte de la historia política dominicana.