¡Ay Julio, murió Guillermo!

¡Ay Julio, murió Guillermo!

¡Ay Julio, murió Guillermo!

Julio Disla

Por Julio Cesar Disla

En la mesa del rincón, bajo la pantalla del bombillo del comedor, brillaba un pequeño círculo de luz, de nuevo trato de escribir mis recuerdos sobre Guillermo, de nuevo un espacio en blanco. Ha pasado una semana y media y no he podido escribir ni una sola palabra. Tendré que conformarme con estas pocas líneas.

Cómo encontrar palabras para escribir un artículo sobre mí hermano Guillermo? Ahora es de noche e intento escribir. El sueño huye. Guillermo pasa a ocupar otro espacio. La noticia nos ha apenado a todos.

Les cuento que estaba entre durmiendo, sonó el celular y vi que Ángela me llamaba, pensé que me iba a decir “que en ese momento estaban instalando unas ventanas en la casa de mamá Vira”. Por tres veces recorrió rápidamente mi pensamiento; pero las palabras se repetían insistentemente, “hay Julio falleció Guillermo, lo encontraron muerto hoy en la mañana.”

Rápidamente me puse de pie; mirando hacia los lados, vi la puerta abierta, intentando verificar si lo que escuchaba en el celular era un sueño, pero Ángela lo repetía, “ay Julio murió Guillermo”, la repetición confirmaba lo que me negaba a creer”.

“Coño, cómo fue eso, si ayer estuvimos hablando”?, le respondí; pero Ángela vuelve y me repite, encontraron su cuerpo entre el suelo y la cama. Maribel sale del baño y me pregunta,” y como fue eso, que Guillermo ha muerto”. Se me produjo un nudo en la garganta y casi no puedo hablar.

La noticia se propago rápidamente entre los más cercanos a la familia, Bruna, su hermana, cuando lo supo, la tasa de café le resbalo lentamente de las manos hacia el suelo.

Ángela Guillermina me llamó muy temprano el domingo primero de mayo, para informarme que a Guillermo lo encontraron muerto, no lo podía creer, porque el viernes y sábado hablamos por varios minutos, acordando que en mi regreso en Junio, nos juntaríamos con Patricio para realizar una diligencia los tres.

De Guillermo no guardo mucho recuerdo de su infancia, pues siendo menor que el, sólo retengo lo que en forma de chiste narraban mis hermanos mayores. “Que todos los días le requería a mi madre en la mañana para tomarse su café, Azúcar y pan coño, azúcar y pan coño.”

Compartíamos el mismo cuarto de dormir, nos repartíamos el espacio de cuatro paredes todas las noches; cuando muchacho. También compartíamos la misma ocupación cotidiana, nos levantábamos juntos, íbamos todos los días a ordeñar las vacas de mi padre. José Ignacio, Guillermo de Jesús y Modesto Rafael eran los ordeñadores, mientras Patricio Antonio y Julio Cesar éramos los amamantadores de los becerros.

Con Guillermo me unían muchas travesuras comunes y momentos de muchas alegrías. Cuando cumplió los 16 años, mudo al cuarto a una jovencita de nombre Luchy; con ella empezó a entrenarse en los menesteres de dormir acompañado, todas las noches.

Tan pronto apagaba la luz del cuarto, ahí empezaba la faena, sólo escuchaba los gemidos de felicidad de Lucy. De esa relación; Luchy quedo embarazada de su primera criatura; que luego de nacer, le pusimos el nombre de Guillermito. Esa relación duro como cuatro o cinco meses; Luchy se fue y nunca supe las razones, Guillermo no me la explico.

Cuando creí que ya íbamos a regresar a la normalidad en el cuarto, una noche llega acompañado de una joven mulata conocida como Chiquitita, con ella empieza una nueva aventura. Chiquitita era un poco más tímida o reservada, a pesar de la cercanía en que dormíamos, nunca escuche los gritos de felicidad cuando Guillermo y ella entraban en sus intimidades.

Con Chiquitita ocurrió casi igual a lo que ocurrió con Luchy, un día se fue para nunca más volver. De esa relación nació Felipe Guillermo, conocido entre nosotros como Felipito.

Guillermo fue el único hombre, que yo sepa, que una mujer amargada fuera a la casa a darle una serenata.

Cuantas veces regresaba al país, compartíamos muchos tiempos juntos, siempre llegaba a la casa materna en la mañana, llevaba consigo unos mangos o anones, mientras yo le guardaba un vaso de yogurt, galletica y queso de hoja.

Durábamos horas hablando del pasado, de los recuerdo comunes y de las travesuras que cada quien hacía. Un día hablando sobre cuestiones intima me dijo, “yo no estoy de acuerdo con esa moda que tienen las mujeres ahora, de afeitarse allá bajo”. Y yo le respondí, como así? Eso se ve más tierno, más higiénico, y permite tu pasear por todos los caminos que hay allá abajo”.

Guillermo me responde,” no, a mí que me maten a lo antiguo, a mi me estimula verle el moño ñon, el monte negro. Confieso que no pude cambiarle su parecer, por más que Patricio y yo insistiéramos.

Aunque te hayas ido de nuestro lado, hay algo que nunca podrá marcharse. Tu memoria permanecerá protegida siempre en nuestro corazón, descansa en paz, mi hermano.

Hoy recuerdo con mucho cariño todos los momentos que logré compartir junto a ti. Esos momentos llenos de risas y felicidad, son los que mantienen tu alma viva y junto a la mía. Hoy se cumplen 9 días de tu partida.

No sé cuantas lagrimas acariciaron mi cara cuando supe que tu cuerpo quedo inmóvil, perenne, que te fuiste de nosotros, pero ahora sé que cada lagrima era un agradecimiento por haber podido pasar tantos años contigo, juntos los dos.



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